La curiosa historia del cubano que no se atreve a derribar una “ceiba maldita” que amenaza con derribar su casa

Redacción

Junto a la vivienda de Orlando Ramos se alza una enorme ceiba que amenaza con socavar los cimientos de su morada con sus enormes y fuertes raíces. Si fuese otro árbol, quizás el mismo se hubiera encargado de echarlo abajo. No obstante, al tratarse de una ceiba, no se atreve a derribarla y espera que venga alguien más a hacerlo.

En una ocasión acudió al Gobierno local a pedir ayuda y al cabo del tiempo le dijeron que ya lo tenían todo listo para realizar el trabajo. Sin embargo, cuando ya estaba disponible la motosierra, el camión y demás implementos, no apareció nadie que quisiera llevar a cabo la empresa.

Lo sucedido no es muy difícil de entender. Más allá de las diferentes religiones que se practican en Cuba, los isleños sienten un respeto especial por las ceibas y aseguran que son sagradas y que su interior sirve de refugio a las deidades.

Para los practicantes de la religión yoruba cortar una ceiba centenaria constituye un sacrilegio inconcebible

Lo anterior puede estar dado por muchos factores, quizás uno de ellos sea que, pese a que Cuba es un país que con frecuencia azotan los fenómenos meteorológicos, ni los rayos se atreven a golpear a las ceibas y no se conoce de ciclones que las hayan derribado.

Para los practicantes de la religión yoruba cortar una ceiba centenaria constituye un sacrilegio inconcebible, pues cuando el árbol llega a los cien años comienza a abrirse su tronco y en él se refugian los espíritus.

En las raíces de las ceibas suelen aparecer ofrendas religiosas y para los practicantes de la religión yoruba el cortar una ceiba constituye un sacrilegio inconcebible. Mucho antes que los primeros africanos pusieran un pie en América y trajeran sus leyendas sobre los orishas, los pueblos originarios del continente ya adoraban las ceibas. Aquel que siembra una ceiba en Cuba crea una conexión con ella para toda la vida y eso fue lo que justamente hizo el abuelo de Orlando Ramos hace más de 100 años.

Cuando una estatuilla se rompe, también se coloca al pie de la ceiba

El que siembra una ceiba establece una conexión con ella para toda la vida que se traduce en prosperidad y salud. Eso fue lo que hizo hace más de cien años el abuelo de Orlando Ramos, sembrar la ceiba que ahora amenaza las casas de su nieto y otros vecinos.

Ahora Orlando necesita deshacerse de ella, pero él no la cortaría jamás como sabe que no lo harían la inmensa mayoría de los cubanos.