
Cuba vuelve a echar la culpa a los viajeros internacionales de la tercera ola de coronavirus
El Gobierno cubano ha vuelto a poner el peso de la tercera ola de la pandemia que enfrenta la isla en manos de los viajeros internacionales que han arribado en los últimos meses al país, sobre todo en los cubanos, a los que acusan de irresponsables por saltarse las normas sanitarias, sobre todo el aislamiento obligatorio de 10 días.
José Ángel Portal Miranda, ministro cubano de Salud Pública, reveló durante una comparecencia televisiva en el programa Mesa Redonda, que muchos de los controles de foco activos en este momento están vinculados a una persona o familias que no siguieron las indicaciones sanitarias.
“Mientras que en diciembre de 2020 alrededor de 50 por cada 100 viajeros fueron positivos, en enero de 2021 el comportamiento ha variado hasta 70 por cada 100 y la velocidad de propagación ha aumentado exponencialmente, desde 42 casos por día en el penúltimo mes del año pasado, hasta 360 en el presente”, explicó el titular de Salud Pública.

Según datos oficiales, desde el 15 de noviembre hasta 14 de enero fueron diagnosticados con el virus SARS-CoV-2 nueve mil 506 casos, de los cuales el 31,5 por ciento fueron importados y el 68,5 por ciento autóctonos, pero muy asociados a viajeros.
Portal Miranda citó entre las principales violaciones cometidas por los viajeros el no respetar la cuarentena de 10 días tras e arribo, el uso incorrecto de la mascarilla sanitaria, las demoras en los resultados del PCR y su entrega, y la falta medidas ejemplarizantes por parte del Gobierno a los infractores. De estas ultimas, ya las autoridades de La Habana han advertido que planean aplicar multas de hasta 2000 dólares a los que violen los protocolos sanitarios. Además, podrán ser procesados judicialmente y prohibírseles su entrada al país en próximas visitas.
Otra de las penosas particularidades de este período es que se acumulan 383 pacientes pediátricos con la enfermedad; cinco graves y uno crítico con comorbilidades asociadas y recordó que la patología deja secuelas capaces de afectar de por vida a un individuo.
Sin embargo, y a pesar de lo antes expuesto, descartó cualquier posibilidad de cerrar nuevamente las fronteras, asegurando que a pesar de los riesgos, “representa una necesidad económica y humanitaria” para el país.