Los yerberos son cada vez más populares entre los cubanos enfermos ante la escasez de medicamentos que atraviesa la isla

Luisa del Llano

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Los yerberos son cada vez más populares entre los cubanos enfermos ante la escasez de medicamentos que atraviesa la isla

Florentino Cárdenas se ha dedicado a la venta de hierbas medicinales en su natal Santa Clara desde hace ya 2 décadas, pero nunca había tenido tanta demanda como en los últimos meses, cuando la escasez de medicamentos tradicionales en la red de farmacias estatales llegó a niveles críticos.

Las infusiones y tisanas se han vuelto, más que populares, estrictamente necesarias, ante la imposibilidad de la población cubana de recurrir a analgésicos, antipiréticos y antinflamatorios.

En su local de venta en la céntrica esquina de las calles Martí y Maceo, recibe a una numerosa cantidad de clientes interesados en, principalmente, aliviar problemas de salud o efectuar ceremonias religiosas, con algunos de los atados de hojas y trozos de ramas y los sobrecitos de productos secos que resulten más adecuados para su propósito.

Los santaclareños optan por las soluciones que ofrece este hierbero porque los anaqueles de la farmacia de por allí están casi vacíos. La empleada confirma que continúan recibiendo un suministro muy pobre, y no cuentan actualmente con ninguno de los medicamentos de mayor demanda (dipirona, paracetamol, azitromicina, clobetasol, ketoconazol o triamcinolona).

La gente siempre se llega primero, por si acaso, a la farmacia para lanzar un par de interrogantes sobre el abstecimiento del día, y siguen hasta el puesto de Cárdenas porque las respuestas de las empleadas son usualmente negativas.

El consumo de plantas medicinales se hizo popular en Cuba durante el Período Especial, cuando el Ministerio de Salud Pública promovió esta práctica e incitó a los consultorios del médico de la familia a poseer su propio vivero.

El Programa Nacional de Medicina Natural y Tradicional fue creado por el oficialismo en esa década, y aunque constituye una práctica conocida y aplicada, los cubanos continúan confiando más en los fármacos.

Martha Fuentes, una médico de la familia de un consultorio del consejo popular Universidad de Santa Clara, suele promover y explicar los beneficios de esta práctica. Desgraciadamente, la doctora explica que en la ciudad solo existe un laboratorio de medicina verde estatal y está infrautilizado.

Gumersindo Cabrera, conocedor del tema, alega que existen más de 60 especies de plantas medicinales en la región central de la isla, pertenecientes a 30 familias botánicas.

Cabrera explica que los principales promotores de estas hierbas en las familias son en general los más ancianos, y los fármacos han opacado los usos curativos, pero en momento de escasez como este, se retoma el uso cotidiano de brebajes y emplastos de hierba.

El desabastecimiento de medicamentos en la isla ha sido motivo de múltiples tensiones desde que llegó el coronavirus a Cuba. BioCubaFarma y el Ministerio de Salud Pública han reconocido que se registran afectaciones graves desde el pasado año provocado por problemas de suministro a causa del impago de proveedores.

Cabrera precisa que, junto productos con miel de abejas y propóleo, son muchos los fitofármacos con los que la población ha aplacado la carencia de medicamentos, debido a que ostentan propiedades terapéuticas, tónicas, digestivas, laxantes, diuréticas, antirreumáticas, antiinflamatorias y expectorantes.

Sin embargo, aconseja, previendo reacciones adversas, consultar primero a algún especialista.

El anciano Florentino Cárdenas defiende el consumo de plantas en vez de tabletas, siempre respaldando su argumento con un libro del investigador y botánico cubano Juan Tomás Roig.

El vendedor cosecha hierbas en su jardín, a la par de recibir productos de cultivadores de las áreas rurales de la provincia, garantizando así un producto recién recolectado para sus clientes.

En sus estantes hay ejemplares de hojas de guayaba, yagruma, manzanilla, guajaca y raíces de mastuerzo.

Cárdenas lamenta que al principio era calificado de “brujero, y hasta de estafador”. Algunos enemigos llegaron a denunciarlo ante las autoridades, cuestionando la venta de sus remedios.

Pero ahora incluso los detractores llegan al puesto con una sonrisa, pidiendo algo de eucalipto, sábila o moringa, porque en críticos tiempos, hay que hacer de tripas, corazón.