Eloy Gutiérrez Menoyo, de Comandante en la Sierra Maestra a estar 22 años en cárceles cubanas por intentar matar a Fidel Castro

Andrés Parra

Eloy Gutiérrez Menoyo, de Comandante en la Sierra Maestra a estar 22 años en cárceles cubanas por intentar matar a Fidel Castro

Eloy Gutiérrez Menoyo fue uno de los tres extranjeros que bajaron de la guerrilla de la Sierra Maestra con el rango de Comandante del Ejército Rebelde luego de 1959.

Nacido en 1934, hijo de republicanos españoles obligados a emigrar hacia Cuba tras la II Guerra Mundial, fue hermano de uno de los principales asaltantes del ataque al Palacio Presidencial por las fuerzas revolucionarias cubanas en 1957, Carlos, quien murió en la acción.

El también conocido como “Gallego”, fundó un frente guerrillero en el Escambray poco después del deceso de su hermano, uno totalmente independiente al de Fidel Castro.

Con el grado de comandante fue uno de los rostros de la Revolución cubana

Castro envió al Che Guevara a negociar el reparto de las zonas de acción con Menoyo a finales de 1958. El célebre Pacto del Pedrero fue formalmente sellado el 1ro de diciembre de 1958. Menoyo fue quien tomó Cienfuegos mientras Guevara tomaba Santa Clara. Sus tropas fueron las primeras en entrar a La Habana el 1ro de enero de 1959, para rendir así al cuartel de Columbia, el núcleo del ejército batistiano.

Este español, junto al argentino Ernesto ‘Che’ Guevara y al estadounidense William Morgan, fueron los únicos Comandantes extranjeros del Ejército Rebelde. Morgan pertenecía a las tropas del Gallego en el Escambray, quien acabó fusilado, acusado de pertenecer a la CIA.

Se ganó la nacionalidad cubana por su apoyo a la lucha contra Batista, pero por no compartir la posición radical de Castro. Tras su ruptura total con el recién instaurado Gobierno revolucionario, abandonó Cuba en una balsa rumbo a Florida.

Ya durante la lucha guerrillera contra Batista, Eloy Gutiérrez Menoyo fue uno de los grandes oponentes del Che Guevara, a cuya jefatura militar se enfrentó. De hecho, durante toda su vida siguió culpando al Che del rumbo marxista tomado por la Revolución cubana.

Menoyo junto al Che

Estuvo varios meses apresado al llegar a Estados Unidos debido a sus anteriores relaciones con la Revolución, y luego rechazó la invitación a unirse a los invasores de Bahía de Cochinos. No obstante, años después creó y presidió un grupo armado anticastrista que realizó un gran número de sabotajes y atentados contra los líderes revolucionarios: el Alfa 66.

Armado hasta los dientes, desembarcó por la zona de Baracoa el 28 de diciembre de 1964, pero fue capturado y presentado ante el mismo Fidel Castro. Fue acusado de de espionaje y subversión, y sentenciado a muerte por fusilamiento, pero su previa colaboración en el triunfo revolucionario le valió para que su pena fuera conmutada por 30 años de prisión.

Pasó por media docena de penales donde protagonizó protestas, entre las que se cuentan las cárceles de La Cabaña, El Príncipe, Boniato e Isla de Pinos, donde cumplió 22 años de la condena; donde protagonizó protestas, huelgas de hambre e incluso organizó células clandestinas, por lo que su pena se vio incrementada con otra condena de 25 años.

Fue liberado en 1986 por las gestiones del entonces presidente español Felipe González cuando visitó La Habana. A partir de entonces encabezó, desde Miami, una línea moderada de oposición a la Revolución cubana.

A finales de 1964 retornó clandestinamente a la isla para organizar un movimiento armado contra Fidel Castro

En Miami, hacia donde se dirigió una vez liberado, se volvió a casar, tuvo tres hijos y allí fundó a principios de los noventa el grupo opositor de tendencia moderada “Cambio Cubano”, defensor del diálogo con el Gobierno de Fidel Castro. No gozó de mucha popularidad entre el exilio cubano, pues creía que no tenía el derecho de inculcarles odio a su hijos por lo que él había sufrido.

Fidel Castro decidió reunirse con él en Cuba en 1995, y más que en venganzas y vidas frustradas, se enfocaron en hablar del futuro, y desde entonces Menoyo comenzó a reclamarle al Gobierno cubano un espacio legal para la oposición desde dentro de la isla, pero nunca recibió respuesta.

En un viaje posterior que hizo con su familia, rompió su pasaporte y dijo que se quedaría en su país, que para algo es su derecho. Falleció en la isla el 26 de octubre de 2012, a los 77 años de edad, enfermo de un aneurisma, y meses antes insistió en que no fue disidente, que siempre se consideró revolucionario porque “las cosas en Cuba deben cambiar revolucionariamente, no en 10 o 20 años”. Al menos, el gallego logró el entierro en Cuba, y el espacio político sigue siendo un reclamo de muchos.