El lado oscuro de los restaurantes privados en Cuba

Redacción

El lado oscuro de los restaurantes privados en Cuba

En el barrio habanero de La Vívora, perteneciente al municipio 10 de Octubre, se encuentran dos cafeterías que a pesar de encontrarse a menos de 100 metros una de la otra, su gestión es diametralmente opuesta. Aquí te lo contamos todo…

La primera de estas recibe el nombre de “Los Ortiz”, donde una copiosa ración de arroz frito, fufú de plátano verde, masas de cerdo fritas y vegetales de estación, cuesta 400 CUP. Sus más de 10 trabajadores llevan varios años trabajando allí y se sienten a gusto con el trato del dueño y sobre todo… con la paga que reciben.

“Trabajo aquí desde que abrió el negocio. El pago mínimo es de 500 CUP al día, pero tenemos un extra si logramos vender más de 200 comidas, lo cual casi siempre cumplimos. La propina que recibimos nos la compartimos entre todos. En un día de trabajo me puedo ir fácil con 1000 o 1200 CUP e incluso hasta más. Cuando trabajaba como contadora para el estado lo que ganaba era un salario de 3800 pesos cubanos al mes, pero aquí casi que hago eso en un solo día. Además, nos dan 20 días de vacaciones al año y el jefe no está en eso de botarnos si tenemos que faltar por alguna situación. Eso sí, si vamos a faltar hay que ponerse de acuerdo con los demás para que cubran el hueco”, cuenta Adela, dependiente del negocio.

A poca distancia de Los Ortiz, se encuentra otro negocio de comida criolla. El dueño convirtió un antiguo local en desuso en una moderna cafetería climatizada con aire acondicionado. La calidad de la comida es buena, pero los trabajadores se quejan frecuentemente de los malos tratos del dueño y de la mala paga que reciben.

A raíz de esto, la inestabilidad laboral se hace sentir durante todo el año. Los que entran nuevos muchas veces no duran ni un mes, ya que o son despedidos o se van antes de tener que irse a las manos con el jefe por alguna grosería en frente de todos los demás trabajadores.

“El dueño tiene la cara durísima. Cuando te va a contratar te dice que va a pagarte 300 pesos al día, pero casi siempre sale con el aquello que la venta estuvo floja y que lo que puede pagar son 200 o 250 pesos. Como si con eso no bastara, también se dedica a estar acosando a las muchachitas nuevas que entran a trabajar. Una tarde, mientras me encontraba en la cocina, pasó por detrás de mí, me tocó las nalgas y me dijo que necesitaba verme cuando se acabase el turno. Me ofreció 2500 pesos por tener relaciones con él, pero como me negué, al otro día me cerró el contrato”, cuenta una de las ex empleadas del lugar.

En algunos de los paladares privados de alto estándar en Cuba, algunos dueños suelen contratar a jóvenes bonitas y de buen cuerpo para que den “presencia” al negocio. En algunos bares, las obligan incluso a que se pongan shorts cortos y blusas escotadas. Además, se han dado no pocos casos de algunos dueños que se acuestan con sus empleadas a cambio de un mejor salario y trato.

En el caso de los negros, si son grandes y fornidos, si consiguen trabajo en estos sitios casi que tienen pintado el cartel de portero en la frente o el de lavaplatos en la cocina.

“Para que un negro termine siendo contratado como chef tiene que ser que tenga una fama tremenda. Los dueños de los bares y restaurantes ni siquiera les dan la posibilidad de tenerlos durante un tiempo a prueba, sino que les dicen que no tiene plazas o apuntan su teléfono luego de prometerles falsamente que los llamarán en algún momento”, cuenta Octavio, un chef mestizo que ha zapateado no pocos negocios privados para conseguir trabajo, pero hasta el momento “no ha tenido suerte”.

En algunos establecimientos privados (nocturnos mayormente), los dueños se reservan el derecho de no dejar pasar a homosexuales, a negros o a personas que por su vestimenta pueda notarse que no van a dejarse unos buenos pesos en el sitio. Este comportamiento es ilegal, ya que, a pesar de ser negocios privados, estos deben regirse por normas y no se puede impedir el acceso a hoteles, bares, restaurantes, entre otros, a ningún ciudadano por su credo, raza o poder adquisitivo.