¿Cómo se faja un cubano con la mesa buffet de un hotel todo incluido?

Redacción

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“Coger y servirse incluso más de lo que se sea capaz de comer”. Esa es la primera regla todo cubano cuando llega a fajarse con la mesa buffet de un hotel todo incluido o con la de algún restaurante que brinde dicho servicio.

Nunca se sabe cuándo será la próxima vez que se vuelva a disfrutar de esa experiencia. O si en algún momento se va a acabar algún plantillo al que se le tienen muchas ganas.

Cuando toca el turno de pasar frente a las bandejas repletas de col, pepino y habichuelas, la estancia es de milisegundos: la hierba es para los chivos de toda una vida. Donde están servidos el huevo frito, hervido y el arroz blanco tampoco se anda el cubano con mucho miramiento. Cuando más una reverencia y sigue de largo.

La cosa gorda es con las carnes… Algunos sirviéndose helado y tú ahí; otros atacando la zona de los dulces finos y tu ahí, clavao y atornillado. Al ti, hay que sacarte de al lado de la ropa vieja con la policía si es preciso, comprobando que la ropa vieja no es la blusa llena de huecos de la universidad que aún usas para limpiar, sino esas deliciosas hilachas de la carne de un innombrable animal, menos sagrado en la India que aquí.

En una mesa buffet, el cubano se vuelve exigente, se molesta porque hoy solo han sacado yogur de manzana, melocotón y guanábana, pero no de fresa con pedacitos de la fruta, que es el que te gusta a ti, a ti que en tu vida solo has tomado yogur de soya… con pedacitos de soya.

Da igual si hay que dejar el bolso a la entrada de la mesa buffet, porque… ¿Quién dijo que las servilletas son para limpiarse? Las servilletas son para cargar trozos de carne y hasta unos huesos para el potaje del fin de semana. Las servilletas son para cargar, son las primas hermanas de las jabitas de nailon, incluso mejores, más discretas, no chillan ni ná… ahí envuelves tú hasta los huesitos para el perro… para el perro potaje de chícharo que vas a meter después; alguna bobería para la perra… para la perra hambre que te entra por la madrugá’.

En fin, que un cubano en una mesa buffet no tiene desperdicio, o mejor dicho, no deja ni el mínimo desperdicio para el sancocho de los puercos de los trabajadores del hotel…