La Calle 23, ubicada en el famoso barrio del Vedado en La Habana, tiene una historia que se remonta al año 1862. En aquel entonces, este moderno vecindario era solo un denso bosque de maderas preciosas y cuevas rocosas, ubicado cerca del mar. En esa época, se conocía como el paseo de Medina, en honor al contratista encargado de suministrar al gobierno colonial de Cuba la piedra necesaria para pavimentar las calles de la antigua ciudad. Nadie podría haber imaginado en aquel entonces que esta calle polvorienta se convertiría en una de las vías más importantes de la futura Habana.
Con el paso del tiempo y el desarrollo de la ciudad, la Calle 23 adquirió un valor significativo, especialmente en sus extremos. Esta avenida nace en el mar, en una amplia plazoleta donde se unen el Malecón, una hermosa avenida que recorre la costa de La Habana, y la calle Infanta, también conocida por su elegancia y la belleza de sus edificios históricos. En este punto, las cortinas de La Habana se abrían de repente para maravillar tanto a los residentes como a los visitantes. Desde allí, la vista era impresionante, con el puerto, el Castillo del Morro, el litoral de la ciudad y el mar.
El paisaje se vuelve aún más asombroso cuando se contempla desde la colina donde se encuentran los jardines del Hotel Nacional, ubicado en la Calle O y la 21. A unos cinco kilómetros tierra adentro, donde la Calle 23 y el Vedado llegan a su fin, se encuentra el magnífico Puente Almendares, inaugurado en 1911 y considerado el primero de su tipo construido en la isla. Desde allí se puede divisar el apacible y ancho río Almendares, con sus orillas llenas de exuberante vegetación a pesar del constante avance de la ciudad y sus desechos.
A pesar de los siglos de contaminación, esta zona se considera uno de los pulmones verdes de La Habana. Justo debajo del puente, se encuentra el Parque Almendares, un lugar preparado para que niños y adultos disfruten de las más tradicionales diversiones y los paseos en bote. A través de material fílmico de excelente calidad, podemos apreciar claramente cómo era la zona en 1957.
Es maravilloso pensar que hace tan solo 200 años, el Vedado era una fuente de extracción de materiales para el crecimiento de la ciudad. En ese entonces, esta área rocosa albergaba varias canteras a cielo abierto. Estos silenciosos testigos del inexorable paso del tiempo nos muestran cómo la historia se encarga de preservar el pasado, tanto lo positivo como lo negativo.
La Calle 23 en el Vedado de La Habana ha evolucionado a lo largo de los años, pero sigue siendo un lugar emblemático con una rica historia. Desde sus inicios como un bosque y un lugar de extracción de materiales, hasta convertirse en una avenida importante y un pulmón verde en medio de la ciudad, esta calle ha dejado huella en la memoria de los habaneros y de quienes la visitan. Explorar sus alrededores es sumergirse en un viaje en el tiempo, donde la belleza natural se mezcla con la arquitectura y la vida cotidiana de una ciudad que nunca deja de sorprender.
