El emblemático restaurante Varsovia, en el Vedado habanero, pasa a manos privadas tras años de abandono

Redacción

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Tras décadas de abandono, el emblemático restaurante Varsovia, ubicado en la esquina de 12 y 17 del Vedado habanero, reabrirá sus puertas convertido en un mercado privado en manos de una MiPymes, las cuales poco a poco se han ido adueñando de todos los locales que en algún momento pertenecieron al Estado en Cuba.

Uno de nuestros periodistas que sea acercó al lugar pudo comprobar que ya está casi listo para su reapertura, pues en el interior ya están colocados los grandes estantes y exhibidores para color la mercancía que pondrán a la venta.

Además, pudimos apreciar que fue retirado el gran cartel lumínico con el nombre de Varsovia que estaba en la esquina de la instalación, por lo que no sabemos si sus nuevos dueños cambiarán el nombre del mismo.

Durante varios años, las puertas de esta icónica instalación permanecieron cerradas a la vista, ocultando su desgaste con un parche improvisado de tablas, ya que todos los cristales de sus ventanas y puertas habían desaparecido misteriosamente.

En su interior, la escena era desoladora: una capa de polvo cubría cada rincón, mientras que las paredes y columnas, alguna vez impecables, lucían una pintura descascarada y triste.

El antiguo restaurante, bautizado como Varsovia en honor a una de las ciudades más emblemáticas de Europa y capital de Polonia, solía ocupar un espacio magnífico en la zona del Carmelo, en el municipio Plaza.

El establecimiento se destacaba por ofrecer un servicio a la carta que abrazaba tanto la rica cocina cubana como las delicias internacionales. Sin embargo, lo que verdaderamente lo distinguió era su decoración, que fusionaba hábilmente elementos de la cultura polaca con su ambiente original.

Las reparaciones del lugar comenzaron en marzo de este año

Dentro del Varsovia, los comensales tenían la oportunidad de saborear una amplia variedad de platos, desde exquisitas preparaciones a base de carne de cerdo, pollo, pescado, pastas y arroces, hasta cremas, vegetales y postres exquisitos. Además, la esencia de la cocina mediterránea también estaba presente en su menú.

En este entorno acogedor y apacible, la buena música grabada se mezclaba con el aroma tentador de las delicias culinarias. El restaurante se jactaba de contar con un bar bien surtido de vinos y bebidas de alta calidad. Además, se proporcionaba un espacio climatizado, opción de comida para llevar, la posibilidad de reservar salones privados, una zona reservada para eventos especiales y un cómodo estacionamiento.

Antes de que el Varsovia ocupara este espacio, otro restaurante había dejado su huella en el lugar, destacándose por sus famosos platos de arroz frito y su especialidad en cartuchitos de butifarra y jamón, cortados en diminutos cuadritos.