En las bulliciosas calles de La Habana, el precio de la carne de cerdo ha superado los 500 pesos cubanos, llegando incluso a alcanzar los 600 pesos, dependiendo del corte y la calidad. Aunque excepcionalmente se puede encontrar a 430 pesos, la mayoría de los mercados de la capital la venden entre 480 y 600 pesos por libra.
Sorprendentemente, en provincias como Santa Clara y Pinar del Río, donde se esperaría un costo menor debido a las oportunidades de cría de cerdos, los precios son similares. Esta situación económica, agravada por la crisis, está afectando a todo el país y es especialmente preocupante en el sector alimentario.
La creciente disparidad entre los precios y los salarios en Cuba está mermando el poder adquisitivo de los ciudadanos. Con un salario mínimo de dos mil 100 pesos, un trabajador apenas puede adquirir alrededor de cuatro libras de carne de cerdo, lo que deja poco margen para otros gastos básicos.
La escasez de productividad en Cuba es un tema recurrente, y el sector de la carne de cerdo no es una excepción. En pocos años, el cerdo, que alguna vez fue un símbolo de la nación, se ha convertido en un producto de lujo. Las políticas económicas fallidas y la pandemia han tenido un impacto devastador en la producción de este alimento.
A pesar de que en 2016 se produjeron más de 194 mil 900 toneladas de carne de cerdo en Cuba, la situación cambió drásticamente en los años posteriores. En 2017, la producción disminuyó y en 2022, la cifra cayó por debajo de las 30 mil toneladas. El país pasó de no importar carne de cerdo en 2010 a depender de importaciones debido a la caída de su producción interna.
Las razones detrás de esta debacle son diversas. Los impagos frecuentes por parte de las entidades gubernamentales, la falta de financiamiento, el alto costo del pienso en comparación con los ingresos de los productores y la escasez de alimentos para el ganado son algunos de los factores que explican esta crisis.
