Si alguien sabe cómo armar un escándalo en las redes, esa es La Cintumbare. La influencer cubana, cuyo verdadero nombre es Cinthya Medrano García, volvió a hacer de las suyas esta semana tras publicar un video donde aparece cargando, nada más y nada menos, que un saco lleno de billetes. ¿La cifra? Según ella, cinco millones de pesos cubanos. Y como si eso fuera poco, soltó con total desenfado: “La reina de Cuba soy yo”.
Pero claro, la cosa no quedó ahí. Como es costumbre, las redes estallaron. Mientras unos la aplaudían y coreaban su “yo soy el reparto”, otros no tardaron en bajarla de la nube. “Eso no vale ni 200 dólares”, le escribió uno. Otro, más sarcástico aún, remató: “Con eso compras tres rollos de papel sanitario y te devuelven en caramelos”. En fin, el billete puede haber sido mucho, pero la burla también fue generosa.
El show de La Cintumbare viene con historia. En febrero de este mismo año, regresó a Cuba como parte de un grupo de 104 migrantes deportados desde Estados Unidos. Aterrizó en el Aeropuerto José Martí sin mucho ruido, pero eso cambió rápido. ¿La razón? Según reportes de Martí Noticias, su situación migratoria era más enredada que novela turca. Aunque decía tener un I-220A, los papeles oficiales mostraban que había entrado al país con un parole en junio de 2022.
El detalle que terminó por sellar su destino fue su ausencia en corte, lo que llevó a un juez a ordenar su deportación definitiva en octubre de 2023. No apeló, no se presentó, y zas: para Cuba de vuelta. Pero lejos de andar con la cabeza baja, ella decidió llegar como si nada, alzando su voz, su estilo y, por supuesto, su bolsa de pesos.
Y por si alguien pensaba que venía a pasar trabajo, La Cintumbare dejó claro que sigue en modo diva. Hace unos días subió una historia en Instagram junto a su carro amarillo al que llama con cariño “mi bebé”. El carro —un Hyundai llamativo como ella sola— lleva en la luneta trasera su apodo impreso con orgullo: “La Cintumbare”. Todo un branding rodante por las calles de La Habana.
Nacida el 18 de junio de 1996, esta habanera comenzó a destacarse por su estilo irreverente y lenguaje sin filtros. Su primer gran escándalo fue cuando criticó a las madres cubanas con varios hijos en plena crisis, y desde entonces su fama ha sido una montaña rusa de amor y odio.
Por ahora, está de vuelta en su tierra, donde se ha reencontrado con su madre y su hijo. No ha dicho si piensa regresar a EE. UU., pero una cosa es segura: a La Cintumbare no la calla nadie, y si tiene que gritar “soy la reina de Cuba” con un saco de billetes en la mano, lo va a hacer sin pedir permiso.