En medio del calor, los apagones y el “sálvese quien pueda” diario, la educación en Artemisa también se está reinventando para no apagarse con el resto del país. La Dirección Provincial de Educación anunció un grupo de medidas que buscan mantener a flote el curso escolar, aunque haya que remar contra la corriente… literalmente.
Horarios flexibles, clases cortas y adiós al uniforme son algunas de las nuevas disposiciones pensadas para que el apagón no deje a los niños a oscuras también en el aprendizaje. La información fue dada por Wilfredo Cabañas González, subdirector de Educación Básica, a través del periódico local El Artemiseño.
¿Cómo se están adaptando las escuelas?
Pues mira, entre una interrupción y otra, las clases arrancarán a las 8:00 de la mañana con actividades “de calentamiento”, como quien dice, para dar chance a que los alumnos lleguen poco a poco. La hora fuerte del contenido empieza más tarde, pa’ no perder el hilo ni el hilo de la vela.
En los círculos infantiles también se movieron las fichas. Ahora los niños podrán llegar hasta las 9:00 a.m. y se recogerán desde las 2:30 p.m. Pero si algún padre necesita que su pequeño se quede más rato, no hay problema: los centros seguirán funcionando en su horario habitual, tratando de ajustarse lo mejor posible a cada familia.
La merienda brilla por su ausencia en muchas secundarias, y ante esa realidad, las autoridades han decidido que en esos casos se dé solo una sesión de clases. Lo que no quieren es que los muchachos estén pasando hambre mientras tratan de aprender.
Y como lavar y planchar con los apagones es casi un deporte extremo, también se flexibilizó el uso del uniforme. Ahora los estudiantes pueden ir a la escuela con ropa «decorosa», mientras se respete el código de vestimenta. Una medida lógica, teniendo en cuenta que ni corriente, ni agua, ni jabón hay para estarse fajando con la plancha todos los días.
Educación a contracorriente
Más allá del tono optimista del comunicado oficial, las medidas reflejan una realidad dura: la educación cubana se ve forzada a adaptarse a una crisis energética que no da tregua. En vez de hablar de progreso, se habla de aguante. El aula ya no es solo un lugar para aprender, sino para sobrevivir.
Provincias como Camagüey, Holguín y Matanzas han sufrido apagones de más de 20 horas diarias, una situación que va dejando sin paciencia a más de uno. Padres indignados se preguntan cómo es posible que el gobierno insista en enviar a los niños a la escuela cuando no hay luz, no hay agua, y muchas veces ni pan para la merienda.
Los cortes eléctricos se deben, según explican los expertos, al deterioro de las termoeléctricas, la falta de combustible y una red eléctrica tan vieja que da pena mirarla. La desconexión de plantas clave ha tumbado en varias ocasiones el Sistema Electroenergético Nacional, obligando al gobierno a cerrar oficinas estatales y suspender clases para ahorrar energía.
Pero nada de eso ha evitado el desastre doméstico. La vida cotidiana sigue cuesta arriba: cocinar se convierte en un juego de paciencia, los alimentos se echan a perder, y los servicios esenciales brillan por su ausencia.
Para colmo, la Unión Eléctrica (UNE) informó que el déficit de generación eléctrica alcanzará este martes los 1,700 MW en horario pico, lo que significa más apagones, más calor y más incertidumbre para millones de cubanos.