Una tragedia estremeció esta semana al tranquilo poblado de Puerto Esperanza, en el municipio de Viñales, cuando un violento suceso dentro de una secundaria básica acabó con la vida de un trabajador del centro. La Dirección Provincial de Educación en Pinar del Río confirmó el hecho este jueves, aunque la noticia ya venía sonando con fuerza desde hacía tres días en redes sociales y medios independientes.
La víctima fue identificada oficialmente como Luis Avade Sosa López, quien trabajaba como administrador en la secundaria básica 27 de Noviembre. Este dato corrige de forma indirecta algunas versiones previas que lo describían como profesor, aunque el comunicado oficial ni confirmó ni desmintió esa información que venía circulando.
El hecho ocurrió dentro de la propia escuela, ubicada en Nueva Esperanza, y ha generado una ola de consternación en toda la comunidad.
En la nota publicada por la Dirección General Provincial de Educación, se expresa el “profundo pesar” por la pérdida del compañero Luis Avade, quien fue víctima de una agresión con arma blanca por parte de un estudiante de noveno grado. Aunque el mensaje oficial mostró condolencias hacia los familiares, no ofreció detalles sobre el contexto del crimen ni sobre el menor involucrado, algo que no ha pasado desapercibido entre quienes reclaman transparencia.
Según el comunicado, las autoridades están investigando a fondo para esclarecer lo ocurrido y aseguran que “la escuela continúa funcionando con normalidad”, aunque el impacto emocional es evidente en toda la comunidad escolar.
El silencio oficial y el hermetismo informativo no son nuevos en Cuba, y este caso lo confirma una vez más. Aunque el gobierno provincial salió a confirmar el hecho, evitó profundizar en los detalles más delicados, como el motivo del ataque, el entorno familiar del agresor o las medidas que se han tomado con él. Todo esto, claro, se complica aún más tratándose de un menor de edad.
Mientras tanto, en redes sociales se reconstruye otra versión de lo sucedido. Vecinos del lugar cuentan que el trabajador —que muchos siguen refiriéndose a él como “profesor”— habría reprendido en público al alumno que terminó agrediéndolo. Dicen que, tras ese regaño, el muchacho se fue hasta su casa, agarró un punzón y regresó para cometer el crimen. Supuestamente, el ataque fue directo, brutal y mortal. “La primera puñalada fue en la cabeza, y después varias en el pecho”, dijo una fuente local bajo anonimato por miedo a represalias. “Salió corriendo después de eso. Cuando encontraron al profesor, ya se estaba desangrando”.
La víctima fue inicialmente mencionada en redes como «Adalvi Sosa», y muchas personas que lo conocían se han pronunciado con dolor y respeto. Lo describen como alguien querido en la comunidad, tranquilo y respetuoso. Su muerte ha dejado un vacío enorme, no solo en la escuela, sino también entre quienes compartían con él día a día.
Hasta ahora, no hay más pronunciamientos oficiales. El suceso deja muchas preguntas sin respuesta y pone otra vez sobre la mesa la falta de claridad en el manejo de situaciones graves dentro del sistema educativo cubano. Mientras tanto, la comunidad pinareña sigue lidiando con el peso de una pérdida tan absurda como evitable.