En otro de sus monólogos radiales disfrazados de diálogo, Miguel Díaz-Canel salió a justificar el impopular aumento de las tarifas de ETECSA echándole el muerto a la “responsabilidad colectiva”. Según él, “todos tenemos deberes y derechos con la sociedad”, como si pagar más por un servicio deficiente fuera parte del compromiso revolucionario.
La más reciente entrega de su podcast Desde la Presidencia contó con la compañía de Tania Velázquez, presidenta de la empresa estatal de telecomunicaciones, y no fue más que una puesta en escena para venderle al pueblo lo que no quiere comprar. El discurso giró en torno a un solo mensaje: aguantarse y agradecer.
“Estamos al borde del colapso”
Díaz-Canel no se anduvo con rodeos y soltó una frase que parece sacada de una película apocalíptica: “Si no tomamos decisiones, el país se nos va a pique tecnológicamente”. Todo su argumento giró alrededor de ese miedo: el colapso total de las comunicaciones si no se aplican los aumentos.
Para él, la situación del sistema de telecomunicaciones en Cuba es tan grave que no hay otra salida que subir los precios y cruzar los dedos. La red está tan lenta —reconoció él mismo— que “imposible la conexión” ya forma parte del vocabulario del día a día.
¿Y los estudiantes? “Comprensión” forzada
En un intento por suavizar el golpe, el mandatario mencionó que estudiantes, artistas y campesinos han mostrado “comprensión” ante las nuevas medidas. Pero cualquiera que ande conectado sabe que esa supuesta comprensión no es más que resignación disfrazada. Porque cuando no te queda de otra, lo único que te queda es aguantar.
Y por si fuera poco, descartó rotundamente echar atrás el tarifazo, dejando claro que lo que viene es más de lo mismo: sacrificio, paciencia y promesas de un futuro que nunca llega.
Una promesa que suena a chiste
En su discurso, Díaz-Canel sacó a relucir su ya habitual lenguaje triunfalista. Habló de que este ajuste era solo un “repliegue táctico”, que supuestamente servirá para acumular fuerzas y después “avanzar más rápido que antes”. Según él, con estas decisiones no se detiene el avance digital, apenas se le cambia la velocidad.
La culpa, como siempre, viene de afuera
Fiel a la narrativa oficialista, el mandatario culpó a factores externos —“inducidos”, como los llamó— del desastre en el que se encuentra el sistema de telecomunicaciones cubano. Aunque reconoció que también hay problemas internos, el énfasis fue claro: el bloqueo, el cerco, los enemigos de siempre.
Pero el problema es que, mientras los discursos culpan a “otros”, los que pagan las consecuencias son los cubanos de a pie, que cada día se ven más desconectados del mundo.
Universitarios plantados: “¡Basta ya!”
Mientras Díaz-Canel hablaba de comprensión, en la Universidad de La Habana los estudiantes ya estaban en paro. La protesta, iniciada por la falta de acceso justo a internet, se convirtió en un grito contra la desconexión impuesta y el liderazgo cómplice de la Federación Estudiantil Universitaria (FEU).
Los universitarios no solo exigen internet más accesible. También piden la renuncia del presidente nacional de la FEU, Ricardo Rodríguez González, a quien acusan de jugar del lado del poder y no del alumnado.
Pero como era de esperarse, la respuesta oficial no fue diálogo ni soluciones. El régimen sacó su carta favorita: “guerra mediática”. Según ellos, las protestas no nacen del cansancio ni del abandono, sino de la manipulación de enemigos externos.
Una Cuba desconectada, pero más despierta
En la calle, en las universidades y en las redes, el descontento es evidente. Cada megabyte cuesta un mundo, cada recarga es un lujo, y el internet, que debería ser una herramienta de desarrollo, se ha convertido en una muralla más que separa al pueblo de la realidad.
Mientras el gobierno habla de inteligencia artificial y transformación digital, millones de cubanos apenas pueden abrir una página sin que se les vaya el salario. Pero aún así, desde el poder se insiste en que hay que aguantar, entender, colaborar.
El pueblo, sin embargo, empieza a cansarse de tanto “repliegue táctico” y de tan poca sinceridad. Porque lo que se vive en Cuba no es solo un apagón digital: es un país desconectado de las verdaderas necesidades de su gente.