En su último show, Otaola soltó su artillería pesada y no dejó títere con cabeza. Con su estilo sarcástico y directo, reaccionó al anuncio que ha puesto en el ojo del huracán a Frank Abel: “Es música para mis oídos oír a Frank Abel dando gritos, que para mí todo es un show tratando de llamar la atención para el show de Destino”, dijo, con ese tono de burla que lo caracteriza.
El polémico presentador no se quedó ahí y metió el dedo en la llaga del supuesto proceso de asilo político que Frank Abel asegura haber presentado hace tres años en Tampa. Otaola lanzó la pregunta clave: “Si él tiene hace tres años un asilo político como dice que presentó en Tampa, en tres años tendrían que haber dado una resolución, a no ser que lo haya perdido”, soltó, con la ceja levantada y la chispa encendida.
Con la misma energía, Otaola respaldó las políticas migratorias de Estados Unidos en el actual escenario, dejando claro que para él no hay compasión con los desertores. “Yo me alegro de que el presidente Trump y Seguridad Nacional y el Departamento de ICE estén limpiando, vamos, para atrás, para atrás”, remató. No se guardó nada al apuntar que Frank Abel nunca ha alzado la voz por la libertad de Cuba, más bien —dijo—, ha justificado los viajes y envíos de dinero a la isla. “Te vemos en el programa que es la sucursal del periódico Granma”, ironizó sin titubeos.
El locutor cubano criticó con dureza la postura de Frank Abel, dejando claro que no le ve futuro en su defensa de asilo: “Va a ser difícil que puedas probar un asilo político. En todos estos años que llevas aquí no has participado en nada a favor de la libertad de los cubanos, no has ido ni a una manifestación, ni a una concentración… ¿Cómo vas a sustentar eso ante Inmigración?”, cuestionó, como quien lanza un martillazo.
Mientras tanto, Frank Abel se ve contra la pared tras recibir la carta de deportación que amenaza con sacarlo de Estados Unidos y mandarlo de vuelta a Cuba. Desesperado, asegura que no puede regresar a la isla, pero Otaola dejó claro que la historia no cuadra: “Aquí no se trata de show ni de gritos. Aquí lo que hay es que demostrar lo que uno ha hecho”.
Este nuevo capítulo, cargado de pullas y verdades a medias, deja en el aire una pregunta más grande: ¿De verdad Frank Abel podrá sostener su asilo o será este el final de un largo cuento? El tiempo, como siempre, tendrá la última palabra.