En Cuba, donde a veces lo increíble se vuelve cotidiano, acaba de estallar un escándalo que ha dejado a más de uno con la boca abierta —y el estómago revuelto. Dos hombres fueron arrestados en un ómnibus procedente de Ciego de Ávila con una carga que pone los pelos de punta: nada menos que 266 libras de carne de perro y 384 de gato.
La denuncia se hizo viral gracias a la página de Facebook La Tijera, conocida por sacar a la luz esos casos que la prensa oficial prefiere dejar debajo de la alfombra. Según lo que se sabe hasta ahora, los dos sujetos tenían la intención de vender esa carne en Holguín, posiblemente en el mercado informal, donde a veces uno no sabe ni qué está comprando.
El hallazgo lo hicieron agentes de la Policía Nacional Revolucionaria (PNR) durante una inspección de rutina. Al abrir los paquetes sospechosos, se toparon con la sorpresa —o más bien, el espanto. Y claro, como era de esperarse, la indignación en la calle no se hizo esperar. La gente está que arde con el tema.
El asunto no solo es macabro, sino que lanza una alarma seria sobre el control sanitario y la seguridad alimentaria en el país. En un contexto donde la comida escasea y la necesidad aprieta, el mercado negro se ha convertido en un terreno minado donde cualquiera puede terminar llevándose gato —literalmente— por liebre.
Las autoridades ya están investigando el caso, aunque el daño a la confianza de los consumidores está hecho. Muchos en redes sociales se preguntan hasta qué punto estamos protegidos ante estas prácticas, y si los controles son realmente efectivos o se están quedando cortos.
El caso también pone sobre la mesa el drama ético y social que se vive en una isla donde el hambre empuja a los extremos. La venta de carne de animales domésticos no solo es ilegal, sino profundamente dolorosa para una población que, a pesar de todo, todavía guarda respeto y cariño por sus mascotas.
Mientras avanza la investigación, la pregunta queda flotando: ¿qué estamos comiendo realmente cuando compramos en la calle? Y más importante aún: ¿hasta cuándo va a durar esta pesadilla donde la necesidad termina borrando los límites de lo moral y lo humano?