Después de otra caída inesperada, la Central Termoeléctrica Antonio Guiteras, en Matanzas, volvió a sincronizar con el Sistema Eléctrico Nacional este martes, según anunció con bombos y platillos el Partido en esa provincia. El “logro”, como de costumbre, fue vendido como un gran avance, aunque lo cierto es que la planta salió del aire por una supuesta «falsa señal de protección»… otra más en la larga lista de sustos que da ese mastodonte oxidado.
La desconexión ocurrió a las seis en punto de la mañana, justo cuando la unidad generaba más de 220 megawatts. Una cifra nada despreciable para un país que está con la lengua afuera por culpa de apagones eternos y un sistema eléctrico que no aguanta ni una tos.
¿Una falsa alarma? ¿O la crónica de otro colapso anunciado?
Según explicó el director técnico Román Pérez Castañeda a los medios oficialistas, el disparo del sistema se debió a un fallo en el sistema de válvulas de la turbina, aunque aseguró que no había daños graves. Dijo también, con su tono habitual de esperanza burocrática, que la idea es mantener la planta en línea hasta finales de junio, si nada más se rompe en el camino, claro está.
Pero el propio discurso técnico deja claro que la incertidumbre sigue siendo la norma. El regreso de la Guiteras se da en medio de uno de los momentos más tensos del panorama eléctrico cubano, con la gente quemándose de calor, sin corriente y sin explicaciones serias desde arriba.
Aumenta el consumo de agua… y los problemas también
Pérez Castañeda admitió que la planta venía operando con un consumo elevado de agua —una situación crítica para Matanzas, donde el abasto está tan deteriorado como el sistema eléctrico. Dijo que se tomaron medidas “correctivas”, aunque, como siempre, los detalles brillan por su ausencia y las soluciones reales nunca llegan.
Ya se anuncia una nueva parada programada para finales de mes, con la promesa de resolver defectos técnicos. La misma cantaleta de siempre: parar para arreglar lo que no debió fallar y, mientras tanto, el pueblo sigue pagando los platos rotos.
Una planta vieja con peso político, pero sin garantías
La Guiteras sigue siendo el “niño mimado” del sistema eléctrico, no porque funcione bien, sino porque es lo único medio útil que queda para sostener las cargas del occidente cubano. Opera con crudo nacional, lo que les evita a los jefes del sector depender tanto de barcos extranjeros… pero ni eso alcanza para garantizar que no se apague cada dos o tres días.
Y lo más preocupante es que, en vez de asumir responsabilidades o invertir en soluciones reales, el régimen se escuda en tecnicismos y cifras vacías, mientras el pueblo sigue en ascuas. Literalmente.
Apagones, improvisación y silencio institucional
Cada vez que la Guiteras estornuda, el país tiembla. Y aun así, los medios oficiales se limitan a repetir las mismas fórmulas huecas, como si un reinicio fuera una victoria. Nada de análisis profundo, nada de transparencia. Solo titulares tibios y un discurso desgastado que ya nadie compra.
Porque no es solo una central eléctrica la que está al borde del colapso: es todo un modelo podrido, incapaz de garantizar ni lo básico. El regreso de la Guiteras no es ninguna luz al final del túnel… es apenas una bombilla parpadeando, lista para fundirse otra vez.