Desde que ETECSA lanzó su nuevo atraco disfrazado de “reordenamiento tarifario”, el saldo móvil en Cuba se ha transformado en un bien de lujo, casi como si fuera oro en polvo. En medio de esta jugada del monopolio estatal, algunos cubanos avispados, como Miguel David en Santa Clara, han encontrado la manera de darle la vuelta a la crisis y convertir sus líneas en una especie de mini banco personal.
Este joven, que reparte el famoso Paquete Semanal, tenía seis líneas móviles funcionando: tres a su nombre —como permite Cubacel— y otras tres conseguidas por la izquierda, como se estila en el mercado informal. Con la nueva restricción de recargas que impuso ETECSA, Miguel no vio un problema, sino una oportunidad dorada para hacer dinero seguro todos los meses.
Para mediados de junio, ya había sacado más de 8.000 pesos limpios solo vendiendo saldo móvil. Según explica con una sonrisa medio pícara, “solo tengo que recargar mis líneas y pasarle el saldo a quien me lo compre”, así de fácil.
Cuando le preguntan si no necesita ese saldo para su uso personal, responde tranquilo: “Tengo Nauta Hogar, así que casi no gasto datos móviles”. Incluso, él y otros con este tipo de conexión en casa ya están imaginando otro negocio: montar una red de WiFi clandestina por cuadras, cobrando un precio por conectarse a su router. Y aunque eso esté lejos de ser legal, como bien dice Miguel, “el cubano no se tranca, se reinventa”.
El saldo ya no es saldo, es billete en esteroides
Con las medidas recientes de ETECSA, la reventa de saldo se disparó y se consolidó como un mercado alternativo cada vez más rentable. Aunque esta práctica ya existía, ahora los precios están por las nubes. Antes se ganaban unos pesitos aprovechando descuentos en Transfermóvil o revendiendo el saldo que venía con las recargas del extranjero. Ahora, el negocio es mucho más jugoso.
Basta darse una vuelta por Facebook para ver cómo brotan los anuncios de venta de saldo como marabú después de la lluvia. Paquetes pequeños, medianos o grandes, con precios que van desde los 700 hasta los 2.000 CUP o más. Algunos incluso ofrecen delivery hasta tu casa, claro, cobrando un poquito extra.
En medio de la “promoción especial” por el Día de los Padres —del 9 al 15 de junio— las recargas internacionales también entraron al juego. Varios revendedores ofrecen esos paquetes por 25 USD o su equivalente al cambio informal, vendiéndolo como una ganga para quienes no tienen a nadie fuera que les tire un cabo.
Saldo como inversión: compra hoy, vende mañana al triple
Uno de estos “gestores” —que pidió hablar bajo anonimato— lo dice sin rodeos: “Con 25 dólares compras 25 GB y 500 pesos de saldo. Eso es un negociazo, porque el paquete de 20 dólares apenas trae 8 GB. Te ahorras dinero y te sobran gigas”.
Pero el verdadero negocio está en revender esos 500 pesos de saldo principal a precio de escándalo. “Tú le pones el precio que quieras”, asegura, y no está exagerando. Algunos lo están vendiendo al triple de su valor original. Así, el saldo se ha convertido en una moneda paralela, casi como el dólar: mientras más escaso, más caro.
Cristian Mayea, otro de los que andaba metido en el negocio en Santa Clara, optó por congelar su jugada cuando vio las nuevas restricciones. Quitó el cartel de “250 por 200” que tenía en la puerta de su casa y se sentó a esperar. “Olía a trampa, algo no cuadraba”, dice.
Ahora, con sus líneas llenas de saldo gracias a recargas del extranjero, está apostando a que el mercado explote. “Cuando los otros revendedores se queden secos, los míos van a valer oro”, comenta con tono de estratega. Según él, es pura lógica: si el paquete de 360 pesos hoy te da 6 GB y el otro de 500 apenas 3, “yo podré pedir más de 3.000 pesos por eso fácil. Eso no es estafa, es negocio redondo”.
ETECSA revienta los bolsillos y nace un mercado subterráneo
Mientras la empresa estatal se hace la sorda ante las quejas del pueblo, el saldo móvil se ha convertido en otra forma de sobrevivir en la Cuba del “resolver”, esa donde todo escasea menos el ingenio del cubano. Cada nueva traba de ETECSA solo alimenta un mercado negro que ya funciona como reloj suizo: rápido, eficiente, y a espaldas del régimen.
En un país donde hasta hablar cuesta caro, el internet ya no es un servicio, es un privilegio. Y el saldo, un bien de lujo. ¿Hasta cuándo? Nadie lo sabe. Pero si algo es seguro, es que mientras más duro apriete la dictadura, más formas encontrará el pueblo para sacarle la vuelta. Porque en Cuba, la necesidad siempre camina más rápido que la censura.
