En las calles de Miami, donde tantas historias se cruzan sin que nadie mire, surgió una que no solo fue vista, sino que tocó fibras profundas: la de Dayan Santiago y su pareja, Janet. Dos cubanos que, tras más de un año viviendo en la calle, decidieron dar un paso gigante: iniciar un proceso de rehabilitación. La decisión, documentada por el proyecto solidario Conducta, se volvió viral y desató una ola de comentarios cargados de solidaridad, emoción y, por supuesto, mucho debate.
En un video reciente compartido por la cuenta de TikTok @conductadade, se ve a la pareja compartiendo la noticia: “Estamos listos para recuperarnos”, dice Dayan con una mezcla de esperanza y cansancio acumulado. Se les nota tocados por la vida, pero también con ganas de pelearla. Contaron que fueron aceptados en un programa en West Palm Beach, gracias a la gestión del equipo de Conducta.
Lo más poderoso, quizás, fue el mensaje que Dayan le dejó al público: “Si tienes un familiar o un amigo con adicciones, llama a Conducta. Ellos sí ayudan”. Fue una especie de llamado colectivo, como si dijera: “Si yo puedo, tú también puedes”.
Mientras compartían una comida con el equipo de apoyo, Dayan soltó una frase que golpea el estómago (literalmente): “Llevamos tanto sin comer bien que cuando masticas, los músculos de la mandíbula no responden”. Palabras simples que revelan la crudeza de vivir en la calle. No es solo la adicción. Es el hambre, la soledad, el abandono.
Antes de ese anuncio de cambio, Conducta había publicado otro video donde Dayan mostraba su “hogar” improvisado cerca de la 32 avenida y la 46 en Miami. Enseñaba colchones, bicicletas viejas, algo de comida donada… y mucha dignidad en medio del caos. “Aquí lo que hay es un taller de bicicleta”, decía con humor, como tratando de encontrar luz en medio del fango.
En ese primer video, incluso apareció alguien inesperado: su madre. Entre los comentarios, escribió que lo reconoció, que ha hecho de todo por él, que lo ama y sufre. “Una madre fuerte es lo que él necesita ahora mismo”, comentó, respondiendo a críticas con una entereza admirable.
La historia de Dayan y Janet se volvió aún más cercana cuando decenas de personas comenzaron a comentar que los conocían de Cuba, de Regla, de otros tiempos. Recordaban cómo eran “diferentes” y cómo la vida los llevó a la calle. Muchos mensajes se llenaron de buenos deseos: “Dios los bendiga”, “Ojalá salgan adelante”, “Hablan mejor que muchos influencers”, “Tienen una nueva oportunidad”.
Claro, no todo fue color de rosa. También hubo escepticismo. “A la semana se van”, decía uno. “Eso es difícil”, comentaban otros. Pero, aún entre las dudas, varios preguntaron cómo podían ayudar o si era posible contactar al programa en West Palm Beach.
Lo cierto es que esta historia no es única, pero sí necesaria. El perfil de Conducta ha sacado a la luz casos similares: ancianas abandonadas, madres con recién nacidos sin hogar, personas que cargan años de abandono, enfermedad y adicción. Y aunque no siempre hay finales felices, lo importante es que esas personas existen y, sobre todo, que no están solas.
Dayan lo dejó claro: “Yo lo único que necesito es limpiarme, porque las ganas las tengo”. Y eso, para muchos, ya es el comienzo de todo.