El actor cubano Alejandro Cuervo vivió lo que muchos consideran un sueño dorado: pasearse por Times Square, en pleno corazón de Nueva York, bajo las luces, las pantallas gigantes y el bullicio que no duerme. Y como no podía ser de otra forma, lo celebró a lo grande en sus redes sociales, con una frase que lo decía todo: “Wow, lo logré”.
Las fotos no tardaron en hacer eco. Cuervo aparece sonriente, relajado, disfrutando a plenitud de una ciudad que simboliza libertad, oportunidades y, por qué no, ese aire fresco que tanta falta hace tras años de encierro ideológico en la isla.
Pero claro, tratándose de un rostro conocido que viene del sistema cultural cubano, las reacciones no tardaron en dividirse. ¿Turista o turista ideológico?, se preguntan muchos.
Un paseo bajo lupa
Aunque su viaje fue, supuestamente, de turismo y sin intenciones de radicarse fuera de Cuba, las redes ardieron. En su Instagram, Cuervo compartió mensajes de admiradores, pero también recibió críticas de cubanos que viven fuera del país y ven con escepticismo que un actor criado bajo el paraguas oficialista pueda pisar tierra estadounidense tan fácilmente, justo cuando la represión migratoria y las deportaciones se ceban con miles de cubanos de a pie.
Algunos usuarios no se mordieron la lengua: “Mientras el pueblo sufre apagones y hambre, tú paseas por Manhattan”, le escribieron. Otros fueron más allá, cuestionando por qué se le permite la entrada a figuras que nunca han alzado la voz contra la dictadura.
¿Qué hay detrás de su entrada a EE.UU.?
Según el periodista Mario J. Pentón, Cuervo habría tramitado su visa de entrada única en Panamá, allá por mayo, antes de que comenzaran a apretarse las tuercas migratorias desde Washington. Eso podría explicar cómo logró poner un pie en Estados Unidos sin muchas trabas.
No obstante, en medio de la ola de comentarios —entre aplausos y dardos—, Alejandro dejó claro que no planea quedarse. Aseguró que su viaje es solo de paso y que regresará a Cuba. Palabras que, para muchos, suenan más a precaución que a convicción, sobre todo para evitar cerrar puertas en la isla donde aún mantiene su carrera.
Entre dos aguas
Cuervo es, sin dudas, uno de los actores más populares del panorama televisivo cubano. Y por eso mismo, su silencio frente a la represión, la censura y la miseria del día a día no pasa desapercibido.
Para sus seguidores más críticos, su postura resulta ambigua, tibia. Porque cuando un artista pisa suelo libre, lo mínimo que se espera es que use esa libertad para hablar sin miedo. Pero en su caso, la discreción parece ser parte del pasaporte.
Y mientras él disfruta de su selfie en Times Square, miles de cubanos siguen atrapados en una isla donde soñar con ese viaje es casi un delito, donde salir legalmente se ha vuelto un privilegio reservado solo para los que no incomodan al poder.
El dilema está servido: ¿puede un rostro del oficialismo disfrutar de las mieles del capitalismo sin romper su silencio cómplice? Cuervo, al menos por ahora, no parece dispuesto a responderlo. Pero la realidad, esa que no se esconde tras filtros de Instagram, ya le tiene el juicio hecho.
