Una tarde que parecía tranquila terminó en tragedia en La Habana este sábado, cuando un fuerte accidente vial en la Vía Blanca, cerca del Puente de los Elevados, dejó varios heridos y al menos una víctima en estado crítico.
Las imágenes compartidas en redes sociales hablan por sí solas: dos autos chocaron con tal violencia que uno de ellos terminó con el parabrisas hecho trizas, reflejo del impacto brutal que sacudió esa zona transitada de la capital.
Según informó en Facebook el usuario Yuriel Fernández, aún se desconocen las causas exactas del accidente, pero confirmó que hubo heridos. “Ojalá se salven, fue tremendo lo que pasó”, escribió, claramente consternado.
Momentos de angustia en plena vía
Testigos entrevistados por la página La Tijera contaron escenas desgarradoras: una joven quedó tendida sobre el asfalto, sin signos vitales, mientras paramédicos del SIUM luchaban por reanimarla. Otros heridos fueron llevados de urgencia en ambulancia al Hospital Miguel Enríquez, en el municipio 10 de Octubre.
Este tipo de noticias ya no sorprenden, pero siguen doliendo, porque reflejan una realidad constante: la crisis vial en Cuba sigue cobrando vidas a un ritmo alarmante, mientras el régimen continúa haciendo la vista gorda.
Accidentes en Cuba: cifras que no mienten
Según el último informe de la Comisión Nacional de Seguridad Vial, hasta mayo de 2025 se habían reportado 3.035 accidentes. Aunque hay una ligera disminución respecto al año pasado, el número de muertes ha crecido: 290 cubanos han perdido la vida en las carreteras en solo cinco meses.
El reporte también confirma que los atropellos siguen siendo los más letales, representando casi una cuarta parte de los fallecidos. Además, ha aumentado la participación de vehículos vulnerables como motos, bicicletas y bicitaxis, lo que refleja tanto la precariedad del transporte como la falta de protección para quienes lo usan.
El desgobierno que también mata
Lo más alarmante es que la mayoría de estos siniestros tienen causas perfectamente evitables: conductores distraídos, exceso de velocidad, violaciones del derecho de vía, vehículos con fallos técnicos y consumo de alcohol al volante. Pero, ¿quién controla eso en Cuba? Un Estado que no puede garantizar ni una luz roja que funcione, menos aún va a velar por la vida de los que circulan a diario.
Mientras el régimen se entretiene contando cuentos sobre logros revolucionarios, las calles del país se convierten en escenarios de muerte y dolor, sin que se tomen medidas concretas para frenar la ola de accidentes.
Lo ocurrido en la Vía Blanca no es un hecho aislado, es otro grito más —ahogado por el ruido de los motores y la indiferencia del poder— de un pueblo que, hasta para cruzar la calle o montarse en un carro, tiene que encomendarse a la suerte.