Desde el municipio de Limonar, en Matanzas, llega una noticia desgarradora: Noslan Chapell Drake fue detenido como el autor del brutal asesinato de una joven de 24 años, cuyo cuerpo apareció abandonado entre la maleza, cerca de la carretera conocida como La Torre, en el consejo popular Fructuoso Rodríguez.
Según trascendió, el agresor no solo la mató y abusó de ella, sino que además le robó las prendas que llevaba para luego venderlas, como si la vida de una mujer valiera menos que unos pocos pesos. Una muestra más del nivel de deshumanización que se respira en un país donde la violencia de género va en aumento y el régimen sigue sin tomar cartas reales en el asunto.
Mientras el gobierno intenta vendernos la idea de que “todo está bajo control”, este martes confirmaron oficialmente 76 feminicidios en 2024, todos cometidos contra mujeres mayores de 15 años. Las cifras provienen de juicios realizados este año y fueron publicadas por la Oficina Nacional de Estadística e Información (Onei), usando datos del Observatorio estatal de Igualdad de Género.
Para que se entienda bien: Cuba ocupa uno de los primeros lugares en América Latina en cuanto a asesinatos de mujeres por razones de género, solo por detrás de Honduras y República Dominicana, según datos de la Cepal de 2023. ¿Y qué hace el régimen? Repite discursos vacíos mientras siguen apareciendo cuerpos y creciendo el número de huérfanos.
En los juicios del año pasado, los tribunales reconocieron 110 víctimas de violencia machista. En 2024, las provincias más golpeadas fueron La Habana, Santiago de Cuba y Matanzas, acumulando entre ellas 29 casos. Lo más alarmante es que la mayoría de estos crímenes ocurrieron en zonas rurales, donde las mujeres quedan aún más expuestas ante un sistema que ni las ve ni las protege.
Frente a la tibieza del Estado, organizaciones independientes como Alas Tensas y Yo Sí Te Creo han sido clave para denunciar esta realidad, contabilizando 54 feminicidios verificados en 2023. Aunque esta cifra representa una disminución con respecto a años anteriores, lo más triste es el aumento de menores que quedan sin madre: 62 huérfanos en un solo año.
En lo que va de 2025, las plataformas independientes ya registran 16 feminicidios, mientras el gobierno mantiene el silencio más cómplice que se pueda imaginar. Es que en Cuba, ni siquiera se reconoce el feminicidio como delito en el Código Penal, y los medios oficiales apenas hablan del tema, como si tapar el sol con un dedo fuera a cambiar algo.
El perfil de las víctimas es claro: mujeres jóvenes, entre 20 y 44 años, muchas de ellas sin empleo formal y asesinadas dentro de sus propias casas. En la mayoría de los casos, el agresor fue una pareja o expareja, aunque ha habido un aumento preocupante de ataques perpetrados por otras personas cercanas.
Mientras tanto, Díaz-Canel lanza su consigna de “tolerancia cero”, que no pasa de ser otra frase vacía de la propaganda estatal. Porque en la calle, lo que hay es impunidad, miedo y dolor. Lo que hace falta es acción real, leyes específicas, protección efectiva y una declaración de estado de emergencia por violencia de género, como han exigido durante años las activistas y defensoras de derechos humanos.
Pero claro, eso sería admitir que el sistema ha fallado. Y en Cuba, admitir errores es algo que el régimen no sabe —ni quiere— hacer.