Desde el corazón olvidado de Pinar del Río, una cubana sacó su celular, abrió TikTok y decidió mostrarle al mundo lo que en Cuba muchos prefieren esconder: la cruda realidad de la vivienda en los pueblos más olvidados de la isla.
En su recorrido por Cayuco Sandino, un pueblito perdido en el occidente cubano, la usuaria @cubansalvi503family dejó al descubierto cómo vive la gente: entre paredes de madera carcomida, techos improvisados y estructuras que apenas se sostienen.
“¿Preguntan cómo son las casas en Cuba? Miren esto”, dice la mujer al comenzar su video, mientras camina por una calle polvorienta y muestra las distintas viviendas del lugar. Algunas hechas con tablas viejas, otras de mampostería con techos de fibra y unas pocas de placa, que parecen fortalezas en comparación con el resto.
“Hay algunas que están bien malitas”, comenta con pesar al pasar frente a una casa que parece a punto de derrumbarse. “Son casitas viejas, prácticamente desbaratadas, pero ahí todavía vive gente”. Su voz suena entre la rabia y la resignación, como quien ya ha visto demasiado y aún así no deja de asombrarse.
Vivir del mango y la lucha diaria
En medio de esa pobreza estructural, la vida sigue. En una de esas casitas maltrechas, alguien vende mangos para ganarse “unos kilitos” —como dice la mujer—, en ese eterno invento criollo de buscar cómo sobrevivir cuando no hay nada.
El video también muestra algunas viviendas más sólidas, con paredes de cemento y techos de placa, lo que en Cuba ya es considerado un lujo. “Estas son las famosas casas de placa”, dice, sin entusiasmo, consciente de que incluso esas construcciones “buenas” muchas veces carecen de agua corriente, tienen techos que filtran o sufren cortes eléctricos constantes.
Un espejo de la miseria que el régimen esconde
Las imágenes son un retrato claro de la desidia estatal y el abandono estructural de los territorios más vulnerables. En Cayuco Sandino, como en tantos rincones de Cuba, el derecho a una vivienda digna no existe, solo la suerte, la autoconstrucción y la esperanza de que no venga un ciclón a llevárselo todo.
Mientras el régimen gasta millones en hoteles para turistas que nunca llegan, miles de cubanos sobreviven en casas que no resistirían ni una tormenta de verano. Lo que debería ser básico —techo firme, agua, electricidad— se ha vuelto privilegio de unos pocos.
Este video no es solo una denuncia. Es un grito desesperado desde la Cuba profunda, esa donde no llegan las visitas oficiales ni los discursos televisivos. Donde no hay promesas, ni soluciones, ni futuro… pero sí hay gente, luchando a diario con lo poco que tienen y lo mucho que el Estado les ha negado.