La crisis energética en Cuba volvió a golpear fuerte este jueves, dejando en evidencia el desastroso estado del sistema eléctrico nacional. Con siete unidades de generación fuera de servicio y una escasez de combustible que sigue empeorando, los apagones ya se sienten en todo el país, y lo peor es que el régimen apenas ofrece excusas recicladas.
Según la propia Unión Eléctrica (UNE), este 10 de julio amaneció con una disponibilidad de apenas 2.015 megawatts (MW), frente a una demanda que rozaba los 3.000 MW. El resultado: más de mil MW de déficit y apagones extendidos desde oriente hasta occidente.
Un desastre eléctrico con nombre y apellido
Entre las plantas que están fuera de combate, la Unidad 2 de la CTE Felton destaca por una avería seria. Las otras seis están apagadas por “mantenimiento”, una palabra que en boca del régimen ya suena hueca. Hablamos de las plantas del Mariel, Santa Cruz, Cienfuegos y Renté, todas piezas clave de un sistema eléctrico que ya hace agua por todos lados.
Pero el verdadero caos lo provoca la falta de combustible, una consecuencia directa de la mala gestión y la dependencia total del régimen de sus aliados políticos. Más de 79 centrales de generación distribuida están fuera por esta causa, junto con 150 MW paralizados en la patana flotante de Asticar. En total, 748 MW desaparecidos por el petróleo que nunca llega.
El pico de la noche pinta negro… literalmente
Para esta noche, el panorama es desolador. Aunque la UNE promete recuperar 100 MW con unos motores a los que les van a echar unas gotas de combustible, y encender parte de la patana de Asticar con 150 MW más, la disponibilidad total no pasará de 2.265 MW, frente a una demanda de 3.680 MW.
Eso significa que, mientras el gobierno repite que “se trabaja para minimizar las afectaciones”, la realidad es que el déficit podría escalar a 1.485 MW en las horas donde la mayoría solo quiere cocinar, ducharse o dormir con un poco de dignidad.
Vivir en apagón: la nueva normalidad impuesta por el castrismo
Los apagones no solo afectan el día a día del cubano, que ya se ha vuelto experto en inventar para conservar comida o estudiar a la luz de un candil. También paralizan servicios esenciales, como el transporte urbano, la conectividad a internet o incluso la distribución de agua potable. ¿Y qué dice el régimen? Que tengamos paciencia, como si la paciencia encendiera neveras.
La crisis eléctrica es otro reflejo de un modelo fracasado, donde las decisiones políticas priman sobre el bienestar de la gente. Con un sistema energético obsoleto, sin inversión seria y con una clase dirigente que vive ajena a la oscuridad del pueblo, Cuba sigue retrocediendo mientras apaga su futuro a golpe de apagones.