Imagina tener a tu esposo encerrado en un lugar que parece sacado de una película de terror, rodeado de letrinas desbordadas, aguas sucias y comida llena de gusanos. Suena increíble, ¿verdad? Pues esa es la pesadilla que está viviendo Yaris, una cubana que, como tantas otras mujeres, está luchando por sacar a la luz lo que ocurre tras los muros de Alligator Alcatraz, un centro de detención que ha dado mucho de qué hablar en Florida.
Yaris no se ha quedado callada. Ha formado un grupo de madres, esposas e hijos de los detenidos en ese lugar, después de que su esposo, Reinaldo, fuera encerrado allí recientemente. Entre lágrimas, habló con Univision y soltó una verdad dolorosa: “Nos destruyeron la familia, nos la rompieron. Yo estoy tratando de hacer lo posible para alzar mi voz, para que alguien escuche y nos ayude, porque no es verdad que son criminales.”
Y sí, Yaris admite que su esposo cometió un error en el pasado. “¿Que cometió un error cuando joven? Sí, lo cometió, eso no se le está tapando a nadie, pero el castigo que le dieron él lo cumplió.” Reinaldo pagó condena y cumplió su periodo de probatoria por narcotráfico. Ahora, sin embargo, vuelve a vivir tras rejas, pero esta vez en condiciones que muchos califican de inhumanas.
Desde dentro del centro de detención, el propio Reinaldo logró enviar un mensaje telefónico. Con una mezcla de dolor y coraje, confesó que lo único que lo mantiene firme es pensar en su familia. “En mi familia, mis hijos, mis nietos, mi esposa, pero como le digo, hay que ser fuerte, porque mientras yo esté fuerte aquí, yo sé que ellos van a estar fuertes afuera.” Y remató con una frase que le parte el alma a cualquiera: “Los amo a todos, ellos saben que donde quiera que yo esté, los voy a amar.”
Pero lo más impactante son las denuncias sobre las supuestas condiciones de vida en el centro. Yaris contó que los detenidos tienen que usar letrinas desbordadas, con aguas negras que llegan hasta las camas. ¡Imagínate intentar dormir sabiendo que las aguas sucias se te pueden meter bajo la colchoneta! Y eso no es todo: la comida, según dicen, ha llegado a servirse con gusanos.
La División de Manejo de Emergencias de Florida, sin embargo, salió al paso asegurando que todas estas denuncias son falsas. Pero la polémica ya está servida y la confianza pública está en entredicho.
La alcaldesa de Miami-Dade, Daniella Levine Cava, no ha permanecido en silencio. Está exigiendo al Estado de Florida que permita al condado supervisar lo que pasa en Alligator Alcatraz. No es para menos: el centro fue construido en terrenos del condado en medio de los Everglades, y Levine Cava dejó bien claro que “independientemente de que el Estado haya tomado el control del sitio a través de los poderes de emergencia, son los contribuyentes de Miami-Dade los dueños de esa propiedad.”
A través de un video en la red social X (antes Twitter), la alcaldesa mostró su preocupación por la falta de transparencia, las condiciones denunciadas y también por el impacto ambiental del proyecto. Pidió acceso físico al lugar y, como mínimo, monitoreo remoto en tiempo real.
La alcaldesa llevó su reclamo al papel, enviando dos cartas formales a altos funcionarios. En una misiva dirigida al fiscal estatal, James Uthmeier, exigió acceso para supervisar las condiciones del centro y evaluar su posible impacto ambiental. “Dada la importancia medioambiental de los Everglades y las crecientes preocupaciones sobre las condiciones inseguras en estas instalaciones, la transparencia es esencial con nuestra comunidad”, sentenció Levine Cava.
Además, solicitó recibir reportes semanales sobre lo que ocurre en Alligator Alcatraz. En otra carta dirigida a la secretaria de Seguridad Nacional, Kristi Noem, la alcaldesa pidió un informe detallado sobre las muertes bajo custodia del ICE en Florida durante el presente año.
Alligator Alcatraz abrió sus puertas (o más bien sus carpas) el pasado 2 de julio. Fue levantado en apenas poco más de una semana sobre una vieja pista aérea dentro de la Reserva Nacional Big Cypress, a unas 40 millas de Miami. Tiene capacidad para albergar hasta 3,000 personas en carpas climatizadas, bajo la vigilancia de 400 guardias y 200 cámaras. Su costo anual: nada menos que 450 millones de dólares.
Pese a que el lugar parece sacado de un reporte militar ultra secreto, se sabe por testimonios que ya han trasladado allí a unas 400 personas. Eso sí, la prensa tiene el acceso completamente restringido, y ni siquiera una delegación de legisladores estatales demócratas logró entrar. Les negaron la entrada por razones de “seguridad”.
Mientras tanto, las historias como la de Yaris siguen emergiendo, pintando un cuadro de desesperación y miedo. La pregunta es inevitable: ¿qué está pasando realmente dentro de Alligator Alcatraz? Y, sobre todo, ¿hasta cuándo seguirán estas familias separadas y sumidas en la incertidumbre?