Otra vez, el horror sale a flote en uno de los hospitales del régimen cubano, y no es metáfora. Un video que ha circulado como pólvora en redes sociales muestra una escena que hiela la sangre: un anciano paciente del Hospital Psiquiátrico Gustavo Machín, más conocido como “Jagüa”, cubierto de insectos mientras permanece inmóvil y abandonado en su cama. El hombre, delgadísimo, con la mirada perdida y el cuerpo invadido por chinches, es la viva imagen de lo que el castrismo ha hecho con la salud pública en Cuba: pura ruina disfrazada de revolución.
El material fue difundido por el periodista Mario J. Pentón, quien denunció que esta situación ya ha sido reportada en varias ocasiones sin que nadie haga nada. Según explicó, las imágenes le llegaron por parte de una persona “cansada de pedir ayuda sin recibir respuestas”, alguien que clama porque “estas imágenes al menos les provoquen vergüenza a los que mandan, aunque sea por un momento”. Lo triste es que ni vergüenza les queda.
En el video se escuchan las risas de quienes deberían estar cuidando, no burlándose. Uno llega a preguntarse si el paciente ya desayunó, mientras otro parece decidir alimentarlo justo antes de que termine la grabación. Pero el anciano no reacciona, como si ya se hubiera rendido ante la desidia, mientras los insectos le recorren el cuerpo sin que nadie haga nada por él. No se sabe qué es peor: si los bichos que lo invaden, o la indiferencia de quienes supuestamente lo cuidan.
Lo más doloroso es que esto no es nuevo. En julio de 2024 ya se había lanzado una alerta sobre la plaga de chinches que llevaba meses azotando el mismo hospital, según reportó el periodista Yosmany Mayeta. En aquella ocasión, las fotos hablaban por sí solas: colchones infestados, ropa de cama podrida y una situación epidemiológica al borde del colapso. ¿Y la respuesta del régimen? La misma de siempre: silenciar, esconder, castigar al que habla, y dejar que los problemas se pudran como los colchones del hospital.
Los cubanos en redes sociales no tardaron en reaccionar con rabia e impotencia. Muchos dijeron que preferirían cuidar a sus familiares en casa antes de entregarlos a la “atención médica” del Estado, donde se les condena al abandono y al maltrato. Otros recordaron cómo las autoridades cubanas, en vez de buscar soluciones, suelen perseguir y sancionar a los trabajadores que se atreven a denunciar estas realidades.
Hasta el momento, el Ministerio de Salud Pública guarda silencio, como si no fuera con ellos. Y mientras tanto, el “Jagüa” sigue funcionando como un símbolo brutal de la decadencia absoluta del sistema de salud cubano, ese que por décadas fue vendido como “un logro de la Revolución”. Hoy, lo que hay es un desastre sin condiciones mínimas para atender a los enfermos más frágiles, esos que no tienen voz, ni fuerza, ni familia que los defienda.
Esto no es un caso aislado. Es una postal de lo que pasa todos los días en los hospitales de la isla, donde el pueblo paga con su salud y su dignidad las consecuencias de un régimen corrupto y decadente. Y aún así, quienes se atreven a documentarlo o a hablarlo en voz alta, son tratados como criminales. La única plaga más peligrosa que las chinches del “Jagüa”, es la de un sistema que no cuida a su gente, que no siente, que no responde, y que ya ni disimula.