Este martes volvió a amanecer con mal tiempo… y no por lluvia, sino por los apagones eternos que siguen machacando la vida diaria en Cuba. Mientras el calor aprieta como soga al cuello, la Unión Eléctrica (UNE) volvió a pintar un panorama sombrío para millones de cubanos, que ya no saben si sudan por el clima o por la impotencia.
Según el parte oficial, publicado en Facebook —porque ahora los partes del desastre se publican por redes—, el déficit de generación eléctrica para este 15 de julio alcanzará los 1,770 megawatts en horario pico. Eso, traducido al lenguaje del pueblo, significa otra noche larga sin corriente, sin ventilador, sin sueño… y sin esperanza.
El país está al borde del colapso energético
El lunes fue un día negro, literalmente. Hubo apagones las 24 horas, con picos de afectación de 1,673 MW a las 10 de la noche, justo cuando el pueblo necesita algo tan básico como luz para cocinar, bañarse o simplemente existir.
A las 7:00 AM del martes, la disponibilidad del Sistema Eléctrico Nacional (SEN) era apenas de 1,740 MW, frente a una demanda de 3,120 MW. Y si eso no basta para alarmarse, por la noche se espera que la demanda suba a 3,670 MW, mientras la oferta apenas roza los 1,970 MW. Un abismo sin fondo.
Termoeléctricas rotas, mantenimientos eternos y gasolina que nunca llega
La UNE no se esconde del desastre, pero tampoco lo resuelve. Dice que hay unidades clave fuera de combate, como la Unidad 2 de la Felton o la Unidad 3 de Renté. En otras plantas —como las de Santa Cruz, Guiteras, Cienfuegos y Renté— siguen con supuestos “mantenimientos programados”, que más bien parecen parches sin fin.
A eso súmale la falta de combustible. Según la propia UNE, 812 MW están totalmente paralizados: 662 MW en generación distribuida y 150 MW en la patana flotante de Melones. Y aunque la isla intenta vendernos la ilusión de la energía solar como solución milagrosa, lo cierto es que ni los 21 nuevos parques fotovoltaicos logran tapar el hueco.
Sí, generaron 2,251 MWh el lunes, con un pico de 544 MW… pero eso no basta. Ni de cerca.
La Habana también sufre, aunque digan lo contrario
La Empresa Eléctrica de La Habana confirmó que el lunes la capital estuvo más de 15 horas sin electricidad. ¿Y eso que es la ciudad “priorizada”? A las 10 de la noche se registró una afectación máxima de 53 MW, pero el problema no se detuvo ahí: los cortes siguieron en la madrugada, incluso fuera del cronograma oficial.
Ya ni los horarios se respetan. Los apagones te sorprenden a cualquier hora y en cualquier barrio.
El gobierno admite la crisis, pero no soluciona nada
Vicente de la O Levy, ministro de Energía y Minas, salió en la Asamblea a repetir el mismo cuento: que hay una “estrategia viable” para rescatar el SEN, pero que por ahora los apagones seguirán. Su “meta”, dice, es rotar los apagones a solo cuatro horas por día. Pero en la vida real, hay provincias que pasan más de 18 horas sin luz.
La producción nacional de petróleo se ha desplomado brutalmente: de 3,6 millones de toneladas a apenas 2,1. Y las importaciones de diésel y fuel oil no dan abasto para alimentar un sistema energético obsoleto y reventado por décadas de abandono.
Mientras tanto, voceros como Roberto Morales Ojeda y hasta el propio Díaz-Canel han soltado con la boca chiquita que sí, que el problema es el combustible. Pero todos siguen usando el mismo pretexto trillado: el embargo, el “bloqueo”, la culpa ajena.
El pueblo no come excusas
La gente en la calle no quiere más justificaciones. Quiere dormir, cocinar, trabajar, vivir… con electricidad. Pero eso, en la Cuba de hoy, es un privilegio, no un derecho.
El SEN se hunde por culpa de una mezcla tóxica de improvisación, deterioro estructural y falta de visión. Y mientras la cúpula repite sus discursos vacíos, el cubano de a pie sigue resistiendo en la oscuridad, con una vela encendida y la rabia acumulada.