La cosa está que arde. Las palabras de Marta Elena Feitó Cabrera, ministra del Trabajo del régimen cubano, no solo levantaron una ola de indignación nacional, sino que han desatado una tormenta que ni con censura digital han podido apagar.
Todo empezó cuando la funcionaria soltó, en plena sesión parlamentaria, que en Cuba “no hay mendigos”. Según su visión (más digna de un sketch de sátira que de un ministerio), las personas que vemos durmiendo en portales o rebuscando entre la basura están “disfrazadas” de pobres. Así, sin anestesia.
La frase cayó como bomba en una isla donde el hambre y la miseria no se ocultan, se viven.
Ana Teresa Badía: la jugada tibia de la periodista oficialista
Al intento de Feitó por negar la realidad, se sumó la reacción «indignada pero con cautela» de Ana Teresa Badía, periodista del aparato oficial que ahora juega a la crítica medida, como quien se quiere quitar de encima el salpafuera sin ensuciarse los zapatos. Calificó la intervención de la ministra como “dolorosa”. Pero ese comentario, lejos de posicionarla como valiente, la retrató como oportunista, como alguien que se va preparando el terreno para cuando llegue su propia hora de emigrar y contar “su verdad”.
Y claro, la gente no se lo tragó. El jurista Eloy Viera Cañive fue directo al hueso: “No se trata de errores individuales. Es el hedor de un sistema podrido que lleva décadas negando la realidad”. Para él, Badía y su combo no son inocentes confundidos: son cómplices reciclándose para el show del mañana.
Hasta los más castristas sintieron vergüenza
Incluso Bárbara Betancourt, periodista ultraoficialista de las que jamás ha dudado en defender “el proceso”, escribió en ese mismo post que sintió “vergüenza ajena”. Que una figura tan cercana al poder hable así, ya dice mucho del nivel del desastre. Y la propia Badía, en tono de penitencia liviana, le respondió: “ha sido doloroso”. Pero cuidado, que dolor y responsabilidad no son lo mismo.
El régimen borra el video, pero no el escándalo
Según el periodista cubano Ernesto Morales, que vive en Estados Unidos, el video original de la comparecencia de Feitó fue borrado de YouTube por los canales oficiales, incluido Canal Caribe. Un intento de silenciar la metida de pata monumental que, en realidad, no fue un error, sino una confesión involuntaria.
“Están en shock”, comentó Morales, y prometió subir el video desde sus propios archivos. Pero ya no importa: lo dicho quedó grabado en la memoria del pueblo.
“La que no quiere trabajar es usted, ministra”
Desde el otro lado del charco, Amelia Calzadilla, con su estilo filoso, le lanzó un palo sin contemplaciones a la ministra: “No ha bajado ni un minuto a ver a quienes lloran de hambre en la calle”. Su post fue viral, porque pone palabras al dolor de millones. Porque en Cuba no se trata solo de pobreza: se trata del abandono institucional, del desprecio que el poder siente por su propio pueblo.
El repudio se multiplica
Otros como Jorge de Mello, Kiriam Gutiérrez y Alberto Arego también se sumaron al rechazo. Arego fue directo: “En Cuba los pobres se disfrazan de vulnerables, pero los ministros andan con aire acondicionado en sus carros”. Verdades que duelen, pero que hay que decir.
El cineasta Ian Padrón fue igual de claro: “Los únicos disfrazados son ustedes, los que se presentan como servidores del pueblo y lo desprecian a diario”. Y no se equivocó. Porque la mentira más grande del régimen es esa: que trabajan para el bien común.
Una élite que no mendiga porque ya lo tiene todo
Mientras la ministra despotrica contra los “disfrazados de mendigos”, ella misma tiene a sus hijos cómodamente instalados en el extranjero, como denunció desde Alemania la activista Irma Broek. Porque así es la doble moral del castrismo: el pueblo a “resolver” con pan duro y jabón racionado, y ellos a gozar del capitalismo “revuelto y brutal” que tanto critican.
Las redes explotaron de rabia
El humorista Ulises Toirac tachó la intervención de “aberración”. Y con razón. Dijo que hay frases que deberían ser ilegales, y esta es una. Según él, “hay que meter lápiz con las cuentas de salario y costo de vida. Hay que tocar esas manos que la ministra dice que no son de mendigos”. Porque la pobreza en Cuba no es teatro, es tragedia diaria.
Una frase lo resume todo: “El problema no es la ministra, es el sistema”
Los activistas Lizette Silverio, Dean Luis Reyes, Yulieta Hernández, José Luis Tan Estrada y otros tantos lo dejaron claro. No se trata de que Feitó haya hablado de más. Se trata de que dijo en voz alta lo que el régimen piensa en silencio desde hace décadas. Que el pobre molesta, que el vulnerable estorba, que el que reclama es enemigo.
Dean Reyes subió una foto que lo dice todo: la diferencia entre los mendigos de verdad y los revolucionarios de pose. Y Yulieta Hernández recordó, con rabia, que el 92% del Parlamento aplaudió el discurso de la ministra. ¿Todos estaban de acuerdo? ¿O simplemente tenían miedo de no pararse?
No fue un lapsus, fue una revelación
Lo que dijo Feitó no fue un error, fue una muestra clara de la ideología dominante en el poder cubano. Esa que desprecia al pueblo mientras lo exprime. Esa que convierte al necesitado en delincuente y al corrupto en “cuadro político”.
Y aunque borren videos, escondan discursos o pidan disculpas a media lengua, ya el pueblo les vio el alma. Y esa no se disfraza con ropa limpia ni con palabras vacías.