En medio del apagón permanente que vive Cuba —no solo eléctrico, sino también cultural y económico—, dos figuras del reguetón han decidido traerle un poco de candela a La Habana: Dany Ome y Kevincito ya están en la capital, listos para encender el escenario de Pabexpo los días 18 y 19 de julio.
Los artistas anunciaron su llegada con un video desde el Malecón, donde, al puro estilo cubano, soltaron la bomba: “Díganle a los artistas que ya salí del hospital. Cuba entera coge candela”, dijo Dany Ome, dejando claro que el show viene con todo.
El anuncio ha sacudido las redes. En cuestión de horas, la publicación se llenó de comentarios eufóricos de seguidores que no aguantan las ganas de verlos en vivo. La juventud cubana —sedienta de entretenimiento real y no de propaganda— ya cuenta los días.
Aunque no han soltado todos los detalles del espectáculo, lo cierto es que el escenario elegido, Pabexpo, promete ser el epicentro de dos noches explosivas. Y en un país donde lo que abunda es la miseria, un poco de ritmo callejero puede funcionar como válvula de escape.
Del barrio para el mundo… y de vuelta al barrio
Dany Ome y Kevincito no son improvisados. Se han hecho su nombre a golpe de hits pegajosos y colaboraciones explosivas, posicionándose como dos de los reguetoneros más fuertes del panorama urbano cubano. Su música ha cruzado el charco, sonando tanto en fiestas habaneras como en clubes de Miami o Madrid.
Este regreso a los escenarios cubanos forma parte de una gira más amplia que ya ha tocado plazas internacionales. Pero volver a Cuba, donde la juventud baila reguetón con más ganas que esperanza, tiene un sabor diferente.
Un oasis musical en medio del desastre
En una isla donde la falta de oportunidades, la censura y la crisis económica han silenciado a muchos, la llegada de estos artistas también levanta interrogantes. ¿Qué tuvo que cederse para que estos conciertos fueran aprobados? ¿Hasta qué punto el régimen utiliza estos eventos para desviar la atención del desastre generalizado?
Aun así, el pueblo —ese que suda bajo apagones, hace colas eternas por un paquete de pollo y vive a golpe de sobrevivencia— está ávido de un respiro, aunque sea por dos noches. Y si ese respiro llega en forma de perreo intenso, bienvenido sea.
Porque mientras el castrismo se cae a pedazos y la juventud emigra por miles, la música sigue siendo el grito de quienes aún no se han rendido.