En Cuba, hasta el agua se ha convertido en un lujo, y la paciencia tiene un límite. Un grupo de madres en Regla, La Habana, dijo basta y tomó las calles como única vía para hacerse escuchar, luego de más de tres meses sin una gota de agua saliendo por las tuberías.
La protesta espontánea, que tuvo lugar en Calzada Vieja entre C y D, paralizó el tráfico cuando estas mujeres, con sus hijos al lado, cerraron el paso usando objetos y formándose ellas mismas como un cordón humano. El ambiente era tenso, según reportó el usuario San Memero en la red social X, pero la indignación era mayor: “Llevan meses recibiendo promesas vacías”, aseguró el internauta.
En uno de los videos compartidos se escucha claramente la frustración. Unos hombres en moto intentan pasar, y cuando dicen que “ellos no tienen la culpa”, una de las madres les responde sin pelos en la lengua: “¡Ellos no hacen nada!”, refiriéndose al gobierno. Y es que, en este país, cuando el Estado no responde, es el pueblo quien tiene que trancar la calle para que lo escuchen.
Fuentes cercanas a las manifestantes explicaron que las mujeres del reparto Unión tomaron esa decisión tras ver que ni el gobierno municipal, ni el provincial, ni Acueducto, ni el mismísimo PCC han movido un dedo para resolver el problema. En todo este tiempo, lo único que les han mandado es una pipa de agua mal contada, y la respuesta oficial ha sido más de lo mismo: “eso no tiene solución”.
Pero parece que cuando las cámaras se encienden y las calles se llenan, el régimen empieza a prometer otra vez, como si las madres fueran bobas y no recordaran cuántas veces les han dicho lo mismo sin cumplir ni una.
La falta de agua en Cuba no es un problema aislado. Más de un millón de cubanos sufren interrupciones diarias en el abasto, según admitió el propio presidente del Instituto Nacional de Recursos Hidráulicos (INRH), Antonio Rodríguez Rodríguez. De ellos, 300 mil no tienen acceso alguno al agua por culpa de equipos rotos, pero el resto también sufre los embates de los apagones, la falta de combustible y el caos generalizado del sistema hidráulico nacional.
El directivo del INRH intentó justificar el desastre diciendo que intentaron proteger 486 estaciones de bombeo, pero apenas lograron mantener operativas el 37 %, porque energizar el resto significaría aumentar los apagones en otras zonas. Es decir, el régimen juega a mover la miseria de un lugar a otro, sin resolver nada.
Mientras tanto, en las calles de Regla, madres desesperadas levantan la voz con sus hijos a cuestas, exigiendo lo que debería ser un derecho elemental: agua para vivir. Pero en la Cuba de hoy, hasta lo básico se ha vuelto motivo de lucha. Y la respuesta del régimen, como siempre, llega tarde, mal… o simplemente no llega.