Mientras el país entero sigue sumido en una de las peores crisis energéticas de los últimos años, la Central Termoeléctrica Antonio Guiteras en Matanzas volvió a quedar fuera de combate, como ya es costumbre. El problema esta vez, según explicaron las autoridades, tiene que ver con soldaduras defectuosas, zonas sucias, obras refractarias y un largo etcétera de excusas técnicas que en el fondo solo camuflan lo evidente: el sistema eléctrico cubano está al borde del colapso total.
Román Pérez Castañeda, el director técnico de la planta, soltó entre líneas lo que muchos ya saben: no hay ni tiempo ni recursos suficientes para reparar con calidad, y mucho menos para mantener funcionando una central tan crítica. Dijo que soldar ahí dentro no es lo mismo que cambiar una válvula, que el lugar donde se está trabajando ahora está más sucio, más complicado… y eso solo retrasa más todo el proceso.
El horno de la Guiteras, que opera a unos 2,000 grados, parece más un símbolo del infierno que vive el cubano de a pie que un sistema energético eficiente. Allí, cada tubo, cada membrana que intenta sellar el calor, es un parche sobre otro parche. El propio Pérez reconoció que, tras las soldaduras, hay que montar una capa resistente al fuego, otra aislante, y luego hacer una prueba hidráulica que se demora seis horas. Todo esto, con la esperanza de que no se vuelva a romper nada más, aunque la historia reciente diga lo contrario.
Y mientras la Guiteras sigue apagada, el país entero arde… pero no precisamente de calor, sino de impotencia. Los apagones no paran, las quejas suben de tono, y la desesperación se hace sentir desde La Habana hasta el más remoto rincón del oriente cubano.
Pero como al régimen cubano le encanta fingir normalidad en medio del desastre, ha decidido seguir adelante con el carnaval de Santiago de Cuba. Sí, aunque no haya luz ni para alumbrar una bombilla, el “Rumbón Mayor” se mantiene —eso sí, con horario recortado y vigilancia reforzada.
El gobierno, en su ya clásico estilo de “pan y circo sin pan”, anunció que las fiestas serán del 23 al 27 de julio, pero solo hasta las 10:00 de la noche, para no agravar más el déficit eléctrico. Según ellos, es una decisión “responsable”, porque “el pueblo lo pidió”. Pero todos sabemos que lo que el pueblo realmente pide es electricidad, comida, transporte… y libertad, no congas con horario.
Javier Calero Román, director de la Empresa Eléctrica en Santiago, trató de justificar el recorte diciendo que era por el bien de todos. También salió a hablar la presidenta de la Asamblea Municipal, Yaneidis Hechavarría, explicando que las comparsas y carrozas saldrán a la calle entre las 6:00 y las 10:00 p.m., como si con eso se solucionara algo.
El carnaval se hará, pero con una vigilancia que huele más a control social que a fiesta popular. De hecho, se planean shows comunitarios para no sobrecargar el centro de la ciudad, lo cual también facilita mantener a la gente más controlada, barrio por barrio.
Por otro lado, José Arce, responsable de garantizar la comida durante el evento, dijo que todo está listo. Que no va a faltar pan, ni bebidas, ni oferta gastronómica. Pero lo que no dijo es que gran parte de esa comida la venderán cuentapropistas a precios que el cubano promedio no puede pagar, lo que convierte este carnaval en una celebración para unos pocos privilegiados… o para turistas despistados.