La Unidad 6 de la termoeléctrica Máximo Gómez, en el Mariel, se apagó este viernes a las 8:53 de la mañana, dejando al descubierto otra vez la fragilidad del Sistema Eléctrico Nacional (SEN).
Según la escueta nota publicada por la Unión Eléctrica (UNE) en Facebook, la causa fue la “contaminación del aceite y vibraciones en la bomba de agua alimentar”. Nada más. Ni una palabra sobre reparaciones ni una fecha aproximada para volver a sincronizar el bloque.
La noticia llega en uno de los momentos más críticos para el sistema eléctrico. La propia UNE reconoció que en el horario pico nocturno la demanda rondará los 3,550 megawatts, pero la disponibilidad apenas alcanzará los 1,950. Esto significa un déficit de 1,600 megawatts, con afectaciones reales que se calculan en 1,670 MW fuera del alcance de los hogares cubanos.
Un sistema que se desmorona
La caída de la unidad del Mariel no es un caso aislado. Otras centrales también están en crisis: la unidad 2 de Felton sigue fuera de servicio, mientras tres bloques de las plantas de Santa Cruz del Norte y Carlos Manuel de Céspedes permanecen en mantenimiento.
A esto se suman las limitaciones térmicas, que mantienen fuera de juego casi 500 MW, y la falta de combustible y lubricantes que tiene paradas a 56 centrales de generación distribuida. En total, más de 600 MW adicionales indisponibles.
Hace apenas dos semanas, la UNE presumía que la unidad 8 de la misma termoeléctrica había sido sincronizada al SEN como parte de un supuesto alivio a la crisis. También se trabajaba en arrancar motores de fuel oil, pero la caída inmediata de la unidad 6 demuestra que esos intentos son paliativos que no resuelven la raíz del problema: un sistema colapsado por años de abandono, sin inversión y con un gobierno incapaz de garantizar estabilidad.
Apagones que apagan la vida diaria
Los cubanos siguen siendo los grandes perdedores de esta crisis. Apagones que duran más de 20 horas, neveras vacías que se echan a perder, hospitales funcionando a medias y familias enteras sobreviviendo entre la oscuridad y el calor.
Cada nueva avería deja claro que la crisis eléctrica no es obra de la casualidad, sino el resultado directo de la desidia y el mal manejo del régimen, que prefiere maquillar estadísticas antes que reconocer el verdadero estado de ruina del sector energético.
La salida de servicio de la Unidad 6 no es solo un problema técnico: es una prueba más de la incapacidad del gobierno cubano para sostener un sistema eléctrico confiable, condenando a millones de personas a vivir bajo la incertidumbre diaria de los apagones.