Un joven identificado como Raídel perdió la vida en Cienfuegos tras sufrir graves heridas durante un violento incidente ocurrido en el malecón de la ciudad, uno de los lugares más visitados por los cienfuegueros. El suceso ha dejado en shock a los vecinos, que aún no salen del asombro por lo ocurrido.
Según el medio oficialista Las Cosas de Fernanda, el hecho ocurrió en la madrugada del domingo 12 de octubre, cuando el muchacho fue encontrado en estado crítico con una profunda herida en el cuello. A pesar de los esfuerzos del personal médico del Hospital Provincial, Raídel falleció en la madrugada del miércoles. La causa: asesinato.
El malecón cienfueguero, que muchos consideran un sitio tranquilo para pasar la noche conversando o disfrutando de la brisa, se tiñó de tragedia. Aunque las autoridades aseguran que hay personas detenidas y que la investigación continúa, la versión oficial —como casi siempre— deja más preguntas que respuestas.
En redes sociales, la página afín al régimen lamentó el hecho, llamando a “repudiar la violencia” y prometiendo justicia. Sin embargo, el pueblo sabe que esas promesas suenan huecas en un país donde la violencia crece a la par del hambre y la desesperación.
Distintas versiones que circulan en Internet apuntan a que Raídel habría sido víctima de un asalto violento. Tres individuos lo habrían atacado para robarle sus pertenencias, provocándole las heridas fatales. Hasta donde se sabe, los agresores continuaban libres durante los primeros días posteriores al crimen, lo que ha desatado indignación entre los vecinos.
Las redes se llenaron de mensajes de tristeza y rabia. Cecilia Parrado, una amiga cercana, escribió: “Vuela alto, Raidel. Eras un buen muchacho. Que se haga justicia.” Otro usuario, Yordank González, expresó su impotencia: “Era un joven tranquilo. A su madre le arrebataron a su único hijo de 35 años. Hasta cuándo vamos a vivir así.”
Estas palabras reflejan un sentir común en Cienfuegos: el miedo y la frustración de una población abandonada por un Estado que no puede ni quiere garantizar la seguridad ciudadana.
La violencia en la provincia ha ido en aumento. Hace pocos meses, dos jóvenes fueron asesinados tras una discusión frente al bar “El 24”. Los agresores huyeron sin que la policía actuara con rapidez, generando un malestar generalizado entre los habitantes.
En otro hecho estremecedor, una madre de tres niñas fue asesinada frente a su hija de seis años en el Consejo Popular de Pastorita. El responsable, según testigos, era un preso fugado. El caso desnudó una vez más la falta de mecanismos reales para proteger a las víctimas de violencia machista, así como el lenguaje edulcorado con que los medios oficialistas intentan maquillar la brutalidad.
Pero los casos no terminan ahí. Vecinos han denunciado el acoso de adolescentes a ancianos en pleno centro de la ciudad y un reciente intento de ataque con cuchillo dentro de una secundaria, donde solo la rápida acción de los maestros evitó una tragedia.
A todo esto se suma la creciente inseguridad en zonas rurales como Cruces, donde un hombre fue apuñalado en plena calle durante un apagón, otro reflejo de un país donde la oscuridad —literal y simbólica— se apodera de todo.