Régimen reconoce que pueden comprar toda la comida que quieran en EEUU pero no lo hacen porque les exigen que paguen en efectivo

Redacción

La diplomática cubana Johana Tablada, subdirectora general para Estados Unidos del Ministerio de Relaciones Exteriores, volvió a echarle la culpa al “bloqueo” por la falta de alimentos en Cuba. En una reciente conferencia, reconoció que la Isla no puede comprar comida en Estados Unidos por falta de dinero, aunque las leyes del embargo lo permitan. Según su discurso, las sanciones financieras impiden al régimen obtener los ingresos necesarios.

Con tono irónico, Tablada afirmó que “la política de este gobierno nos deja sin dinero y después nos dice: ‘ven aquí y cómprate toda la comida que quieras’. Qué lindo”, y comparó la situación con “alguien que te roba el dinero de la cartera y luego te invita a una tienda”. Un ejemplo perfecto del cinismo con que el régimen intenta justificar su propio desastre económico.

Pero detrás de esas palabras se esconde una verdad que el gobierno evita mencionar: el colapso interno del sistema cubano. No se trata de sanciones externas, sino de décadas de ineficiencia, corrupción y un modelo económico incapaz de producir lo más básico. En Cuba hay cientos de miles de hectáreas de tierra sin cultivar o cubiertas de marabú, toneladas de alimentos que se pudren en los campos, y campesinos que no pueden vender libremente lo que producen por culpa del control estatal.

Mientras Tablada se queja del “bloqueo”, ignora que el propio gobierno es el principal obstáculo para que el país salga adelante. La economía cubana está quebrada, y no por falta de oportunidades, sino por un sistema que asfixia cualquier intento de iniciativa privada y mantiene todo bajo las órdenes de un aparato burocrático que no da pie con bola.

La Embajada de Estados Unidos en La Habana recordó hace pocos días que Cuba puede comprar alimentos, medicinas y equipamiento médico sin restricciones. Es decir, no hay ningún impedimento legal de Washington para que lleguen productos básicos a la Isla. El problema es que no hay dinero para pagarlos, porque el régimen lo dilapida en represión, propaganda y negocios turbios.

La propia Tablada lo admitió en agosto durante una entrevista en el programa oficialista Alma Plus: “Cuba puede comprar todo el pollo que quiera en Estados Unidos”, dijo. Luego, claro, trató de justificarse alegando que las condiciones de pago son difíciles. Lo que no mencionó fue que esas compras deben hacerse al contado porque el gobierno cubano no es un socio confiable y lleva años acumulando deudas impagas con casi todos sus proveedores.

A pesar de sus quejas, los números hablan por sí solos. Solo entre enero y mayo de 2025, Cuba importó más de 204,9 millones de dólares en alimentos desde Estados Unidos, siendo el pollo el producto estrella. En mayo, incluso compró una cantidad récord de leche en polvo valorada en más de 7,3 millones de dólares, además de arroz, carne de cerdo, café y huevos. En junio, las compras alcanzaron los 38,4 millones, un aumento del 10% con respecto al año anterior.

Esas cifras evidencian una dependencia alimentaria cada vez mayor. Los mismos productos que antes se producían en el país ahora se importan con dólares que el régimen no tiene. Desde 2001, Cuba ha gastado más de 7,800 millones de dólares en comida estadounidense, mientras sus campos permanecen improductivos.

Como si fuera poco, Tablada también admitió que el gobierno se queda con parte del salario de los médicos enviados a “misiones” internacionales, una práctica que organismos internacionales han denunciado como trabajo forzoso. Pero la diplomática trató de justificarlo asegurando que “los profesionales lo saben desde el inicio”. Una confesión que solo confirma lo que todos sabemos: el régimen vive de exprimir a su gente.

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