En Cuba, levantar la voz sigue siendo un lujo que se paga caro. Esta vez, la víctima de la censura fue Anna Sofía Benítez Silvente, una joven creadora de contenido que se ha ganado el cariño y la admiración de muchos por hablar sin miedo sobre las verdades que el régimen intenta esconder.
Anna Sofía denunció que la Empresa de Telecomunicaciones de Cuba (ETECSA) le cortó el acceso a internet, en un intento de silenciar sus publicaciones y reducir el alcance de sus mensajes en redes sociales. Y como suele pasar en la isla, todo comenzó “de la nada”: un día simplemente dejó de tener conexión, sin llamadas, sin mensajes, sin datos.
“El 16 de octubre comenzaron los problemas con mi conexión. No podía recibir llamadas ni conectarme. No era el teléfono, lo comprobé”, explicó la joven.
Pero lo más absurdo vino después: cuando fue a una oficina de ETECSA a pedir explicaciones, le dijeron que debía dejar su teléfono “para revisarlo”. Sí, así mismo. Como si fuera normal entregar tu móvil —con tus redes, mensajes y contactos— al mismo sistema que te quiere callar.
Anna Sofía no cayó en la trampa. “No lo entregué”, contó con firmeza. “Ahora mismo tengo internet, pero quiero decir que cualquier represalia en mi contra la voy a denunciar. No me retracto de nada. Sigo firme en lo que pienso”.
Y no es la primera vez que incomoda al régimen. Anna Sofía se hizo viral hace unos meses con una serie de videos donde desmontó la frase oficialista “ese título universitario se lo debes a la Revolución”. Con una mezcla de calma y valentía, explicó cómo los estudios en Cuba dependen del sacrificio familiar, no de la supuesta “gratuidad” que el gobierno tanto presume. Su mensaje fue claro: los cubanos pagan la educación con su sudor, con remesas, con colas y con carencias.
Ese discurso sincero tocó una fibra profunda entre los jóvenes cubanos, y también despertó el enojo del aparato estatal. Desde entonces, la joven ha sido citada, vigilada y amenazada, pero no se doblega.
“No me voy del país. Quiero quedarme y seguir hablando. Quiero un país donde estudiar y trabajar valga la pena”, aseguró con determinación.
Su caso no es único. En los últimos años, muchos activistas han denunciado “cortes misteriosos” de internet justo después de publicar contenido incómodo para el gobierno. Es el nuevo método de represión: el control tecnológico disfrazado de “problemas de conexión”.
En un país donde la libertad de expresión se paga con amenazas y el silencio se premia con estabilidad, voces como la de Anna Sofía Benítez son una bocanada de aire fresco. Y aunque le apaguen los datos, su mensaje ya corrió por todo el país… y no hay censura que pueda detener eso.