Marrero se saca del bolsillo su discurso triunfalista y asegura que el régimen será capaz de controlar la crisis sanitaria del dengue

Redacción

El primer ministro cubano, Manuel Marrero Cruz, volvió a sacar del bolsillo el discurso triunfalista de siempre, asegurando que el país “sí puede” controlar la crisis sanitaria del dengue. Lo dijo con toda la seguridad del mundo, en medio de una de las peores olas epidemiológicas que ha vivido Cuba en años, con los hospitales desbordados y el virus haciendo estragos de un extremo a otro de la Isla.

Desde el Palacio de la Revolución, Marrero soltó su optimismo en una videoconferencia transmitida por el Gobierno, donde también participó el vicepresidente Salvador Valdés Mesa. El encuentro tocó varios temas, pero fue la salud pública la que se robó la atención. Con tono de mando, el jefe de Gobierno pidió “reforzar la vigilancia”, “garantizar los insecticidas” y mantener informada a la población, eso sí, “desmintiendo donde haya que desmentir”. La frase no pasó desapercibida, pues en la práctica significa lo de siempre: callar a quien critique o diga la verdad.

El problema es que la realidad no se resuelve con consignas. El dengue, el chikungunya y hasta la fiebre de Oropouche están circulando al mismo tiempo en más de una docena de provincias, según reconoce el propio Ministerio de Salud Pública (MINSAP). En lugares como Ciego de Ávila, los municipios de Morón y la capital provincial están repletos de casos febriles, mientras los vecinos conviven con aguas estancadas y mosquitos por todas partes.

A pesar de los discursos, el sistema sanitario está en ruinas. La viceministra de Salud, Carilda Peña, admitió públicamente que no hay combustible para fumigar, y su “solución” fue recomendar que la gente queme cáscaras de naranja o limón para espantar los mosquitos. Una idea que desató burlas e indignación en las redes, pues refleja con claridad el nivel de miseria y abandono en que se encuentra el sector.

Los hospitales viven una pesadilla diaria. Faltan medicamentos, insecticidas, camillas y hasta médicos. El Instituto de Medicina Tropical Pedro Kourí (IPK) confirmó que el calor, las lluvias, la basura y los problemas de abasto de agua han creado el escenario perfecto para que el mosquito Aedes aegypti se multiplique sin control. La doctora María Guadalupe Guzmán, una de las expertas del IPK, reconoció que el dengue y el chikungunya son hoy las enfermedades virales más extendidas en Cuba, y advirtió que la población es altamente vulnerable ante la rápida expansión del vector.

En los barrios, la situación es más cruda de lo que muestran los partes oficiales. Vecinos de Ciro Redondo, en Ciego de Ávila, denunciaron que llevan más de un mes viviendo entre charcos pestilentes y larvas, sin que el gobierno municipal ni Acueducto hagan nada. En hospitales pediátricos de La Habana y Camagüey, los padres se quejan de hacinamiento, falta de atención y condiciones deplorables, donde hasta conseguir un termómetro es una odisea.

Pese a todo, Marrero sigue repitiendo el mismo guion de “resistencia y disciplina”. Habló de “la fuerza de los cuadros” y del “espíritu de lucha”, como si con consignas se pudieran eliminar los mosquitos. Pero en los barrios, donde no hay repelente, ni mosquiteros, ni agua limpia para bañarse, la gente tiene otra versión mucho más realista de su eslogan: “Sí se puede… pero sin recursos, no”.

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