En Bayamo, esa ciudad donde el sol amanece cantando “Al combate” y los vecinos todavía recuerdan a Perucho Figueredo como si fuera del barrio, un grupo de personas decidió rendirle tributo a los mambises… aunque el homenaje terminó siendo más raro que patriótico.
Un video compartido en Facebook por el usuario Edmundo Dantés Junior muestra a varias personas vestidas de blanco, tomadas de las manos y moviéndose en círculo mientras entonan un canto que suena más a invocación que a himno. Según el influencer, “invocaban a los mambises haciendo areíto en las calles de Bayamo”, una descripción que muchos tomaron con humor, pero también con cierto desconcierto.
El cántico, apenas entendible, decía algo como “Voy pidiendo a los mambises que lleguen a volar. Y al Padre (o Fidel Padre) comisiones que nos libre de todo mal”, seguido de una mezcla de frases sin sentido, como si los espíritus hubieran perdido la señal de ETECSA a mitad del ritual.
Algunos usuarios aseguraron que aquello no era más que una práctica de “espiritismo de cordón”, una tradición cubana que mezcla espiritismo kardeciano, coreografía colectiva y religiosidad popular. Pero, viendo la escena, muchos pensaron que aquello parecía más bien una zumba patriótica con trances incluidos, un acto medio místico y medio oficialista.
Según la tradición, los participantes entran en contacto con los espíritus de los antepasados. Sin embargo, en esta ocasión parece que el canal espiritual se cruzó y alguien terminó llamando al innombrable, ese que los cubanos preferirían no volver a invocar ni en sueños.
Y es que el espiritismo cubano, con la conexión tan inestable como los datos móviles de ETECSA —esa joya del monopolio controlado por GAESA—, a veces se cae justo cuando más falta hace. En Bayamo, en pleno 20 de octubre, ni los mambises ni los santos lograron estabilizar la señal.
Mientras tanto, la realidad en Cuba sigue más torcida que cualquier ritual. La inflación avanza más rápido que los médiums en trance, los apagones se presentan con más puntualidad que los santos, y el transporte público se ha convertido en una experiencia mística donde solo un milagro te hace llegar a tiempo.
El desabastecimiento, la emigración masiva y el internet de otro planeta completan el cuadro: una trilogía infernal que ni Changó en sesión plenaria podría arreglar.
Tal vez la única salida sea convocar una cumbre celestial de emergencia: los mambises, los babalaos, los espíritus de Monte Oscuro, la Virgen de la Caridad, San Lázaro y, si acaso, San Google, a ver si entre todos logran un milagro colectivo que saque al país del apagón eterno.
Porque, siendo honestos, después de más de sesenta años de miseria, represión y ministros sin alma, quizás lo que Cuba necesita no es una reforma ni un congreso… sino un exorcismo nacional.