En los últimos días, las redes sociales han vuelto a sacar a la luz el abismo entre la propaganda oficial del régimen cubano sobre la salud y la cruda realidad que viven pacientes y trabajadores.
El activista y médico cubano Lucio Enríquez Nodarse publicó este martes en Facebook un mensaje contundente sobre el Hospital General Universitario Dr. Gustavo Aldereguía Lima, en Cienfuegos. Tras denunciar días atrás el deterioro del centro, Nodarse señaló que ahora las autoridades intentan pintar un panorama “idílico” del hospital.
“Publicaron unas fotos relucientes, limpias, perfectas… pero una paciente me envió imágenes recientes y lo que se ve allí está muy lejos de esas postales de fantasía”, escribió, acompañado de fotos que muestran pasillos sucios, techos con filtraciones y mobiliario desgastado. En otro fragmento añadió: “Lo suyo no es medicina, es marketing ideológico. La dictadura lleva décadas vendiendo una mentira sanitaria mientras el sistema se cae a pedazos”.
Por su parte, la página oficial del hospital había compartido previamente fotos de pasillos recién pintados, acompañadas de mensajes que ensalzaban al personal: “Nuestros médicos, enfermeros, técnicos y todo el personal de la salud trabajan con compromiso inquebrantable y profundo amor por lo que hacen. Somos el hospital de la familia cienfueguera”.
El periodista José Luis Tan Estrada reaccionó, denunciando que el hospital estaba borrando comentarios que desmentían esa versión oficial. La dirección del centro emitió un comunicado calificando de “falsas” las denuncias sobre robos o inseguridad, asegurando que “la seguridad de pacientes, acompañantes y trabajadores se mantiene garantizada” y pidiendo a la población “no dejarse manipular por informaciones no verificadas”.
Pero Tan Estrada respondió con testimonios de primera mano: “A mi suegro, que es enfermero, le robaron la moto, la llave de la gasolina… y con su salario no le alcanza ni para llenar el tanque. Por las noches, hombres se metían en las salas a robar. Seguridad, ninguna. Los médicos temían caminar de madrugada”. En su publicación subrayó: “La inseguridad no es una noticia falsa, es la realidad que sufren pacientes, familiares y trabajadores. Ojalá el hospital se preocupara más por resolver y menos por tapar”.
Al mismo tiempo, voces afines al régimen intentan contrarrestar las críticas. El dirigente comunista y estudiante de doctorado en Brasil, Fabián Alonso, compartió fotos de hospitales “limpios y funcionales” con un mensaje que exaltaba la supuesta eficiencia del sistema: “Sí, hay hospitales deteriorados. Sí, faltan medicamentos. Pero aquí nadie muere por no tener dinero. Aquí se atiende con lo que hay —y con lo que no hay, se inventa”. Alonso comparó los hospitales cubanos con los de países capitalistas, calificándolos de “colapsados y sin compasión”, y defendió el sistema nacional con un discurso de orgullo revolucionario.
El contraste es evidente: mientras la propaganda muestra pasillos relucientes y personal heroico, los ciudadanos y trabajadores revelan la realidad de un sistema sanitario al borde del colapso, con falta de recursos, inseguridad y precariedad. Como concluyó Nodarse: “Eso es lo que vive el pueblo, no lo que enseñan los medios oficiales”.