Régimen reconoce que se ha quedado sin trabajadores para recoger el café en las lomas de Santiago de Cuba

Redacción

En Santiago de Cuba, la caficultura atraviesa un momento crítico: la combinación de lluvias intensas y la falta de trabajadores en las zonas montañosas ha puesto a los cafetales al borde del abandono, dejando granos maduros que nadie recoge. Este panorama revela, una vez más, las consecuencias del desinterés del régimen por la agricultura y el éxodo rural.

Según el diario oficial Granma, la meta de esta cosecha superaba el millón cien mil latas de café entre las variedades arábiga y robusta, pero hasta ahora solo se ha logrado un 43% del plan, una cifra que refleja más la improvisación que cualquier “estrategia integral” anunciada por las autoridades.

Frank Ernesto Pérez Caballero, jefe de la sección de café del Ministerio de la Agricultura en la provincia, admitió que la cosecha se desarrolla “en un contexto caracterizado por el éxodo masivo de las zonas montañosas”, señalando que la escasez de mano de obra complica seriamente el proceso. Aunque asegura que los recursos básicos están garantizados, la realidad del campo pinta otro cuadro: los granos se pierden mientras esperan ser recolectados.

Las lluvias de las últimas semanas, asociadas a la tormenta tropical Imelda, han empeorado la situación. Según TV Santiago, el exceso de humedad acelera la maduración del café y amenaza con echar a perder buena parte de la cosecha. Eliover Zapata Hidalgo, delegado de Agricultura en la provincia, indicó que unas 80,000 latas están listas para recoger, concentradas sobre todo en el municipio de Segundo Frente, mientras otros territorios como Tercer Frente, San Luis, Guamá y Songo-La Maya siguen enfrentando graves dificultades.

Para intentar salvar lo que queda, las autoridades han recurrido a movilizaciones populares y brigadas de emergencia, pero las lluvias continuas y la falta de mano de obra cualificada mantienen en vilo la producción. La llegada de la tormenta tropical Melissa añade un factor adicional de incertidumbre, poniendo en riesgo también otros cultivos esenciales como la yuca en zonas bajas.

Los números oficiales no dejan lugar a dudas: la caficultura santiaguera está en caída libre. Como señaló la periodista independiente Miriam Leiva durante un panel de Los puntos a las íes, “están destruidos los campos y los cafetales. No hay fuerza de trabajo. ¿Qué persona puede quedarse en esos campos con salarios tan bajos y condiciones tan precarias?”.

El problema se agrava con la migración juvenil. El Centro de Estudios Demográficos de la Universidad de La Habana reportó que casi el 30% de los jóvenes que abandonaron el campo en 2024 tienen entre 15 y 34 años, un éxodo que amenaza la sostenibilidad agrícola de la región oriental, tradicionalmente el corazón cafetalero de Cuba.

Entre lluvias, abandono estatal y migración, Santiago de Cuba enfrenta otra cosecha marcada por el desánimo y la desesperanza. Los cafetales se llenan de granos maduros que nadie recoge, y la pregunta que resuena en cada montaña se vuelve inevitable: ¿quién va a recoger el café mientras el régimen sigue mirando para otro lado?

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