Mientras el país se desmorona y la escasez aprieta cada día más, Miguel Díaz-Canel volvió a salir en su acostumbrado recorrido teatral, esta vez por Caibarién, en Villa Clara. En plena crisis nacional, el mandatario posó sonriente con unas esponjas marinas destinadas a la exportación, como si sostener ese “logro productivo” fuera la gran solución al hambre que azota a los cubanos.
La visita se desarrolló en la Unidad Empresarial de Base CAIMAR, donde el dirigente del régimen fingió interés por “mejorar la eficiencia energética” del sector pesquero y por los “salarios de los trabajadores”, una escena que ya parece sacada de un libreto repetido mil veces. Todo bajo el acostumbrado espectáculo mediático que intenta mostrar un país que solo existe en la propaganda oficial.
Acompañado por Roberto Morales Ojeda y un séquito de dirigentes locales, Díaz-Canel escuchó informes sobre resultados, utilidades y supuestas estrategias para elevar la productividad. En medio de ese teatro, los medios del régimen mostraron al gobernante sosteniendo “esponjas de excelente calidad para la exportación”, mientras el pueblo apenas puede comprar un pedazo de pan o un poco de arroz.
Durante el recorrido, el mandatario conversó con Michel Leiva Pérez, patrón del barco Plástico 19, a quien los medios oficialistas presentaron como “el más productivo del país en la captura de especies de escama”. Un intento más por fabricar héroes laborales que distraigan de la cruda realidad económica que el gobierno ha generado.
El show continuó en la mipyme REMpeZ, dedicada a la elaboración de alimentos. Allí, Díaz-Canel repitió su discurso sobre “que los productos lleguen al pueblo”, aunque todos saben que lo poco que llega lo hace a precios prohibitivos o desaparece en las redes de reventa y corrupción.
Según la prensa local, esta mipyme fundada en 2021 produce panes, galletas, dulces y embutidos, además de procesar productos agrícolas y del mar. En agosto, incluso “se encadenó” a la Empresa de Comercio y Gastronomía de Caibarién para abastecer bodegas y carnicerías “con alimentos seguros y asequibles”. Una narrativa tan forzada que resulta casi insultante, cuando la realidad demuestra que los cubanos sobreviven con una dieta cada vez más pobre y cara.
El aparato propagandístico del régimen se apresuró a calificar la visita como una “excelente idea para el desarrollo local”, mientras inundaba las redes con fotos del mandatario mostrando las famosas esponjas. La imagen de un líder desconectado del sufrimiento del pueblo no pudo ser más elocuente.
Mientras Díaz-Canel presume exportaciones, la población vive una crisis alimentaria sin precedentes. Organizaciones como Food Monitor Program (FMP) han alertado sobre la malnutrición generalizada en la Isla. La dieta del cubano promedio se basa en productos repetitivos, sin nutrientes, y en muchos casos ultraprocesados como picadillo de soya, salchichas o embutidos de pésima calidad, mientras el pescado fresco o la carne de res se convirtieron en artículos de lujo.
El FMP define esta situación como una “hambre oculta”, una carencia silenciosa que debilita el cuerpo, afecta el desarrollo y mina la salud de millones. Según sus datos, dos adultos en La Habana necesitarían más de 41 mil pesos mensuales para costear una dieta apenas suficiente. Esa cifra equivale a casi 20 salarios mínimos o dos años de pensión básica, un cálculo que deja en evidencia el fracaso total del sistema económico cubano.
El monitoreo de precios, realizado durante seis meses, analizó 29 productos de ocho grupos alimenticios en redes estatales y privadas. Aun eligiendo los alimentos más baratos y menos nutritivos, la canasta básica sigue siendo inalcanzable para la mayoría de los hogares, que cada día ven desaparecer lo poco que tienen mientras el gobierno exporta “esponjas de calidad”.