Díaz-Canel apuesta por aplicar en Cuba el modelo económico que funcionó en China para sacar al país de la crisis

Redacción

El gobernante Miguel Díaz-Canel volvió a sacar del sombrero su vieja receta de siempre: copiar modelos ajenos. Esta vez, volvió a poner a China como ejemplo a seguir, asegurando que las reformas del gigante asiático “constituyen un referente” para lo que, según él, sería la salida de la crisis cubana.

El encuentro tuvo lugar en el Palacio de la Revolución, donde Díaz-Canel recibió a Li Zongyuan, director del Museo del Partido Comunista de China. Allí, entre frases hechas y alabanzas, el mandatario dijo que las transformaciones de Pekín ofrecen “contenidos muy importantes” que pueden servir de guía para “superar las difíciles circunstancias del bloqueo”. El mismo cuento de siempre: echarle la culpa al embargo para tapar el desastre interno.

El dirigente cubano no perdió la oportunidad de elogiar el “liderazgo de Xi Jinping” y recordar las atenciones que recibió durante su visita a China. “La experiencia china nos enseña mucho sobre el papel del Partido Comunista en la conducción de su reforma”, afirmó, como si lo que Cuba necesitara fuera más control político y no más libertad económica.

Junto a él estuvieron Roberto Morales Ojeda y otros altos funcionarios del Partido, además del embajador chino Huan Xin. La reunión formó parte de las celebraciones por el 65 aniversario de las relaciones diplomáticas entre ambos regímenes, una relación que, más que de amistad, parece de dependencia.

En los últimos meses, La Habana ha estado negociando con Pekín la reestructuración de sus deudas y firmando acuerdos de cooperación que van desde la biotecnología y la agricultura hasta la inteligencia artificial y la “seguridad interna”. En otras palabras, más control, más espionaje, y más promesas que nunca llegan al pueblo.

El régimen apuesta todo a este acercamiento con China para intentar tapar el hueco económico, en medio de una crisis donde abundan los apagones, la inflación y el desabastecimiento. Pero varios economistas advierten que el modelo chino no tiene cómo funcionar en Cuba mientras se mantenga el mismo esquema represivo que impide a los cubanos tener voz o iniciativa en la economía.

Hace poco, Díaz-Canel volvió a mencionar a China y Vietnam como ejemplos de éxito socialista. En un acto junto a Raúl Castro, aseguró que “la prosperidad china es el triunfo del ideal socialista”, como si las calles vacías, los apagones y los salarios de miseria en Cuba fueran parte del mismo milagro.

Por su parte, Xi Jinping calificó la relación con La Habana como “un modelo de solidaridad entre países socialistas” y prometió seguir fortaleciendo los lazos políticos y económicos. Lo que no dijo es que esa “solidaridad” mantiene a Cuba cada vez más endeudada y subordinada a los intereses de Pekín.

La realidad es que el régimen cubano depende más que nunca del apoyo chino mientras el país se desmorona. El Gobierno habla de “reformas” y “cooperación”, pero en los barrios de la isla lo que hay son apagones, hospitales sin medicinas y una moneda que ya no vale nada. Y mientras Díaz-Canel sueña con parecerse a China, el cubano de a pie solo piensa en cómo sobrevivir al próximo día.

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