El trovador Silvio Rodríguez volvió a hablar de su vida, su música y su eterna fe en la Revolución cubana. En una extensa charla con el periodista Diego Ortiz, publicada por la revista Rolling Stone en Español, el cantautor dejó claro que su fidelidad al sistema sigue intacta, aunque Cuba se esté cayendo a pedazos.
Durante la entrevista, Silvio volvió a mostrarse como un defensor a ultranza del castrismo, de esa vieja narrativa revolucionaria que ya pocos se creen dentro de la Isla. “Fidel era un tipo genial, eso no cabe duda. Continuar esto sin Fidel no es fácil”, dijo con nostalgia, como si el problema del país fuera solo la ausencia del Comandante y no más de seis décadas de represión, miseria y censura.
El artista insistió en que la Revolución aún es “un proyecto necesario”, aunque reconoció que “no es perfecta”. Con esas palabras, trató de maquillar lo que para la mayoría del pueblo cubano ya es insostenible: un sistema agotado que solo ha traído hambre y desesperanza.
En la conversación, Silvio repasó su vida como militante comunista, su familia marcada por el marxismo y cómo la guitarra fue su refugio durante el servicio militar. Habló también de la Nueva Trova, ese movimiento que sirvió como altavoz cultural del régimen, y de su obsesión por unir arte con ideología.
Mencionó su admiración por Bob Dylan, su paso por Angola, su amistad con Gabriel García Márquez y su manera de ver la censura como parte del compromiso político. Sin embargo, evitó reconocer el daño que esa misma censura ha causado a generaciones enteras de artistas cubanos silenciados por pensar diferente.
Cuando le tocó hablar de política internacional, arremetió contra Estados Unidos e Israel, calificando sus acciones de “vergüenza humana”. Pero, como suele hacer, evitó mirar hacia dentro y condenar la violencia, la represión y el control estatal que asfixian a su propio país.
Quizás su frase más reveladora fue cuando aseguró: “Desilusionado de la revolución nunca me he sentido, jamás. Desilusionado de alguna gente, sí, por supuesto.” Con eso dejó claro que su lealtad sigue siendo al sistema, no al pueblo que sufre sus consecuencias.
A sus 79 años, Silvio sigue cantando desde su estudio “Ojalá”, grabando discos y defendiendo una utopía que ya solo existe en los discursos oficiales. Se mantiene firme en su papel de “Necio”, fiel al poder que lo privilegió, mientras el cubano de a pie sobrevive entre apagones, colas y promesas rotas.