De Miami a África: el increíble destino de un cubano deportado que ahora lucha por su vida

Redacción

Cuando uno escucha historias de cubanos que intentan llegar a Estados Unidos buscando una vida mejor, pocas veces imagina que el final pueda terminar… ¡en una cárcel en África! Pero eso es justamente lo que está viviendo Roberto Mosquera del Peral, un cubano que fue deportado desde EE.UU. hasta Esuatini, un pequeño reino al sur del continente africano, y que ahora lleva más de una semana en huelga de hambre.

Según contó su abogada en Estados Unidos, Alma David, Mosquera se encuentra encerrado en una prisión de máxima seguridad, sin cargos formales, sin asistencia legal y con su salud deteriorándose rápidamente. “Mi cliente está detenido arbitrariamente, y ahora su vida está en peligro”, declaró la abogada en un comunicado enviado a The Associated Press.

🔥 De Estados Unidos a Esuatini: una deportación que indigna

Mosquera fue uno de los cinco hombres deportados en julio bajo el polémico programa de deportaciones a terceros países impulsado originalmente por la administración de Donald Trump.
Este plan ha sido duramente criticado por organizaciones de derechos humanos, que acusan a Washington de violar el debido proceso y de exponer a los deportados a abusos, maltratos y detenciones arbitrarias.

Desde su llegada a Esuatini, Mosquera y otros detenidos —procedentes de países como Cuba, Jamaica, Laos, Vietnam y Yemen— han sido mantenidos presos en la cárcel de Matsapha, cerca de Mbabane, la capital del país africano. Mientras tanto, sus abogados siguen sin poder hablar libremente con ellos, y las llamadas con sus defensores en EE.UU. son vigiladas por las autoridades penitenciarias.

💸 Deportaciones con precio: los millones detrás del programa

Un dato que ha encendido aún más la polémica es que, según Human Rights Watch, el gobierno de EE.UU. habría pagado millones de dólares a países africanos para aceptar deportados.
Documentos obtenidos por la organización revelan que Washington acordó pagar 5,1 millones de dólares a Esuatini por recibir hasta 160 personas, y 7,5 millones a Ruanda por aceptar hasta 250.

Sí, leíste bien: Estados Unidos paga para que otros países reciban a quienes no quiere mantener. Desde julio, deportados han sido enviados también a Sudán del Sur, Ruanda y Ghana, en acuerdos que —según activistas— se manejan con un secretismo absoluto.

⚖️ ¿Criminales o víctimas?

El Departamento de Seguridad Nacional (DHS) de EE.UU. justificó la deportación diciendo que los hombres habían sido condenados por delitos graves, incluyendo asesinato y violación. En el caso de Mosquera, lo tildaron incluso de miembro de una pandilla.

Sin embargo, los abogados sostienen que todos ya cumplieron sus condenas y que su detención actual no tiene base legal alguna. En otras palabras, están presos sin motivo, sin juicio y sin saber cuándo podrán salir.

La abogada Alma David insiste en que “la desesperación y el sufrimiento que viven los detenidos son tan graves que uno de ellos ha tenido que recurrir a una huelga de hambre”. También exige que tanto el gobierno de Estados Unidos como el de Esuatini asuman la responsabilidad por las consecuencias humanas de este acuerdo.

💔 Una historia que debería despertar conciencia

Mientras tanto, Mosquera sigue encerrado, debilitándose cada día más. Su caso no solo es un drama personal, sino también un reflejo del lado oscuro de ciertos acuerdos migratorios que se manejan fuera del ojo público.

Porque más allá de los tecnicismos políticos o legales, estamos hablando de un ser humano que, después de buscar una oportunidad en EE.UU., terminó atrapado en una cárcel africana, sin derechos, sin justicia y sin esperanza.

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