Tiendas de artículos religiosos o cómo vivir vendiendo asombros en Cuba

Redacción

A Carlos no le afectan las quejas de los que lo acusan a él y a los demás dueños de tiendas de artículos religiosos de haber convertido la fe en un negocio. Para él es sólo una forma de ayudar a los creyentes a encontrar con mayor facilidad los objetos que precisan. Un servicio más que de nada tiene que avergonzarse.

Uno de los negocios que más se ha expandido tras las reformas económicas introducidas en Cuba por Raúl Castro, es el de los puestos de venta destinados a ofertar artículos religiosos.

Incluso en pequeñas localidades, en las que resulta difícil encontrarse un restaurante o un centro recreativo, existe al menos uno de esos negocios, los cuales lo mismo venden estampitas de la Caridad del Cobre que cascarillas.

Tan solo en la ciudad de Santa Clara, en la región central de la Isla, existen más de 20 de estos negocios. Uno de los más llamativos es el que se encuentra en el No. 148 de la prolongación de la calle Colón. Esta es una ubicación bastante “privilegiada” para la venta de este tipo de artículos, ya que se encuentra cerca de la mayoría de los hospitales de la ciudad, donde más clientes potenciales recurren a las deidades en medio de las desgracias.

Su propietario es Carlos Figueroa, un joven de aproximadamente 30 años de edad que, antes de dedicarse a este negocio de vender artículos religiosos, se devanaba los sesos para “tirar” el mes completo con el modesto salario que ganaba como técnico medio en Informática en un preuniversitario de Santa Clara.

«Ile Oba Shangó» se llama la tienda y en ella se venden ropas ceremoniales, cruces de metal y madera, tabacos, jícaras de güira, piedras de El Cobre, cascarilla, estampitas, clavos de hierro, cazuelas, collares y cuantos artículos pudieran servir para reafirmar la fe de una persona o participar en cualquier ceremonia religiosa.

A Carlos no le afectan las quejas de los que lo acusan a él y a los demás dueños de tiendas de artículos religiosos de haber convertido la fe en un negocio. Para él es sólo una forma de ayudar a los creyentes a encontrar con mayor facilidad los objetos que precisan. Un servicio más que de nada tiene que avergonzarse.

El mismo confecciona buena parte de los artículos que se venden en su negocio, aunque los más complejos se los compra a diversos proveedores. Los mejores días para las ventas, según cuenta, son los lunes y los martes, porque es en estos días cuando los babalawos consultan y por eso sube la demanda.

Tanto en su tienda, como en las otras de la Isla del mismo nicho, es la cascarilla y los objetos relacionados con la Virgen de la Caridad del Cobre los que más salida tienen, lo cual prueba que en Cuba que en Cuba el sincretismo alcanza hasta las tiendas de artículos religiosos.