En La Habana ya hay de todos menos habaneros…

Redacción

Updated on:

En La Habana ya hay de todos menos habaneros...

Para muchos de los habitantes del resto de Cuba los habaneros son gente orgullosa y arrogante que creen tener a Dios cogido por las barbas. Se sienten superiores por el sólo hecho de haber nacido en la capital de la República y tildan de “guajiros” a todos los que vieron la luz en cualquier otro lugar del país. No importa que estos hayan llegado al mundo en Santiago, Santa Clara o Cienfuegos; para los habaneros todo lo que se encuentra fuera de los límites de su ciudad es, sencillamente, “el campo”.

Sin embargo, tanta arrogancia ha tenido cierto “castigo divino”, pues hace mucho tiempo que los habaneros no pueden presumir que su ciudad sea completamente suya. Desde que los cubanos comenzaron a emigrar de forma masiva, sobre todo hacia los Estados Unidos, la capital ha ido perdiendo cada vez más a sus habitantes “de raza”. Estos vacíos se han ido llenando con personas de otros lugares del país e, incluso, cuando no han encontrado huecos donde meterse, los emigrantes los han creado. Así La Habana ha degenerado en una urbe superpoblada llena de inmigrantes que dividen el Latino a partes iguales con los seguidores de Industriales.

Los intentos de las autoridades cubanas de crear una especie de apartheid en pequeña escala prohibiendo a los inmigrantes quedarse a vivir en La Habana han fracasado. Los habaneros han perdido su ciudad, por razones naturales y económicas: se reproducen menos y emigran más.

Claro que los habitantes de la ciudad (habaneros y no habaneros) no vieron con buenos ojos a estos advenedizos. Al provenir de las regiones más empobrecidas del país los consideraban maleducados, violentos, portadores de malas costumbres y proclives al delito. Los barrios marginales que crearon en las afueras de la ciudad “echaron a perder” comunidades enteras al empeorar el transporte, pinchar las tuberías de los acueductos y acer tendederas eléctricas.

Con el paso del tiempo la animadversión de muchos habaneros hacia estos inmigrantes se convirtió en una especie de “xenofobia” que resaltaba el “yo” y despreciaba el “otro”. Estas bochornosas manifestaciones de desprecio han llegado hasta los espectáculos públicos y a pesar de todos los llamamientos en contra los habaneros siguen gritando a coro “!Palestinos!” a sus rivales en el Latinoamericano.

En los límites de la capital las autoridades han colocado vallas con la leyenda: “Bienvenidos a La Habana, la capital de todos los cubanos” que deja conformes a muy pocos:

Los habaneros se sienten robados, porque ellos nunca han querido compartir su ciudad con nadie para que ahora se la estén regalando; y los naturales de otros territorios, creen sencillamente que es mera publicidad y engaño. Después de todo el mismo Gobierno que pone los carteles pone también camiones para deportarlos a sus provincias cuando intentan quedarse en La Habana.