Aurika, la lavadora rusa que no entendía de roturas y era dura como un tanque de guerra

Redacción

Lo más seguro es que los soviéticos con sus producciones en serie, hayan pasado por alto la llamada obsolescencia tecnológica. De hecho, en caso que lo hayan tomado en cuenta, con los cubanos le falló completamente la técnica.

A más de 30 años del colapso de la Unión soviética, en la mayor de las Antillas siguen en pie no pocos ventiladores Orbita, refrigeradores que lograron sobrevivir a la Revolución energética, batidoras (altamente demandadas por los dueños de cafeterías particulares) y sobre todo, las lavadoras Aurika, las cuales parecen haber sido creadas para “No tener muerte”.

Lo cierto es que lo de las lavadoras Aurika “No tiene nombre”. A pesar de haber comenzado a entrar al país desde la década de 1970, aun no son pocas las que siguen dando guerra… y seguirán.

La lavadora Aurika entró a Cuba a mediados de la década de 1970

No es menos cierto que son “lavadoras caminadoras”, ya que las vibraciones que producen cuando están encendidas hacen que si no están bien sujetas puedan terminar a varios metros de distancia. Además, el ruido que hacen es tal que los rusos llegaron a exportarlas acompañadas de protectores para los oídos. No obstante, su capacidad de metamorfosearse y resistir al paso de los años es algo que nadie puede negar.

Como el material de su carcasa resultó no ser muy resistente al clima húmedo de la Isla, los cubanos fueron chapisteándolas una y mil veces. A su vez, cuando las secadoras que poseían (bastante malas, por cierto) dejaron de funcionar, las picaron al medio y cogieron su tambora interior para sembrar matas en ella y siguieron lavando, ya que su motor era tan bueno que algunos dicen que lo llegaba a quemar ni Dios.

Aurika, la lavadora rusa que no entendía de roturas y era dura como un tanque de guerra

Después de tantos años, este equipo no deja de asombrar, pues algunas solo lavan, no secan porque el motor fue utilizado para confeccionar un potente ventilador capaz de lanzar una chorro de aire a más de 10 metros de distancia.

O quizás lo encuentre en una turbina para impulsar el agua, en una podadora de césped como la que usan en los jardines del Monumento a la Acción del Tren Blindado en Santa clara, o en el más increíble de los aparatos manufacturados por la ingeniosidad cubana.

No hay quien les quite su mérito, las lavadoras Aurikas nacieron con el destino marcado de durar mucho más que los dueños que originalmente las compraron.