¡Increíble! Este joven cubano le pasó un tren por arriba y vivió para contarlo

Redacción

¡Increíble! Este joven cubano le pasó un tren por arriba y vivió para contarlo

El cubano Adrián Díaz Rojas, a sus 28 años de edad sufrió un terrible accidente que muy pocos que han pasado por lo mismo que él han sobrevivido para contarlo: le pasó un tren por encima.

“La locomotora me pasó por arriba hasta la mitad de su largo”, cuenta Adrián, quien a partir de lo que le pasó ha estado celebrando dos cumpleaños en el almanaque: el de septiembre, fecha en la que vino al mundo, y el día 13 del mismo mes, cuando “volvió a nacer”.

Según recuerda este joven camagüeyano, el incidente tuvo lugar en horas de la tarde de un jueves, mientras él se encontraba en las inmediaciones de los Talleres de Ferrocarriles de esta ciudad.

“Me acababa de bajar del tren Bayamo-Camagüey en el crucero porque venía de La Tunas. Andaba tan metido adentro con el teléfono en las manos que seguí caminando por la vía principal del tren. Algunas personas aseguraron que el tren venia pitando como un loco, pero yo no alcancé a escuchar nada, porque tenía los audífonos puestos”, cuenta Rojas.

“Cuando me percaté ya era tarde. El golpe me tiró a unos metro en la línea y al virarme sentí como la locomotora me pasaba por encima, al menos unos seis metros. Cerré los ojos porque temía que el líquido de frenos o el aceite caliente me fuera a dejar ciego, y traté de protegerme la cabeza de los golpes de la mangueras hasta que finalmente la locomotora se detuvo. Aun puedo escuchar el chirrido de los frenos en mi cabeza y las voces de las personas que se acercaron corriendo a tratar de ayudarme”, recuerda.

Adrián fue llevado de urgencias al hospital de esa ciudad y más tarde intervenido quirúrgicamente por un equipo multidisciplinario. Para su suerte, no había traumas internos, pero sufrió fracturas severas en su columna espinal y quedó parapléjico.

La lesión requirió que se tomasen huesos de su pelvis de y su cresta ilíaca para conformar el nuevo canal medular, el cual protege las estructuras neurológicas que son necesarias para la sensibilidad y funcionalidad de sus miembros inferiores.

Sus familiares no podían dar crédito a lo que estaba sucediendo, ya que, a tan solo dos semanas de haber sido sometido a la segunda infiltración, Adrián comenzó a tener sensaciones en su cuerpo.

Desde ese momento todo fue mejorando y a los cinco meses ya podía sostenerse en las barras paralelas de la sala de recuperación del hospital, y al cabo de un año y un mes dio sus primeros pasos en la casa.

Adrián deberá someterse a otras operaciones más adelante, pero su disciplina durante el proceso de recuperación ha sido clave para que haya podido llegar al punto en que se encuentra actualmente y que quizás, de aquí a algún tiempo, pueda retomar su vida y vivir con el aquello de haber sido un cubano al que un tren le pasó por arriba, y vivió para contarlo.