¿Quién fue realmente el famoso médico chino del que tanto hablamos los cubanos?

Redacción

¿Quién fue realmente el famoso médico chino del que tanto hablamos los cubanos

En Cuba suele emplearse con bastante frecuencia la frase “A ese no lo salva ni el médico chino” para hacer referencia a una persona muy enferma o que se encuentra metida en alguna situación bien difícil de la que no se tiene escapatoria.

Según se cuenta, el origen de esta frase proviene de un médico que en verdad era chino, y que sanaba a sus pacientes de manera casi milagrosa.

Todos los relatos apuntan a que el afamado médico chino llegó a Cuba a finales del siglo XIX. Por aquel tiempo, y como muchos otros chinos, viajó a la Isla en busca de un futuro mejor.

Cham Bom Biam, como se llamaba aquel chino, llega a Cuba mediante un contrato agrícola para trabajar en Matanzas, aunque anteriormente había cursado estudios de medicina en su natal país. Dicen que estuvo trabajando unos dos años en una fina del municipio Coliseo y que, aunque nunca llegó a formar una familia, si mantuvo amoríos con una guajira de la zona que lo deslumbró, pero que el asunto no pasó a mayores por la falta de recursos del emigrante.

En la actualidad, aún se desconoce como el chino se las arregló para terminar sus estudios de medicina en Matanzas, ya que literalmente tenía una mano adelante y la otra atrás.

Una vez que obtuvo su título universitario, comenzó a trabajar como médico rural y poco a poco fue ganando fama, gracias a los conocimientos de acupuntura que tenía, ligados a sus recién adquiridos conocimientos científicos.

Su popularidad era algo sin precedentes, ya que la efectividad de los galenos por esa época era muy baja, y existía una marcada rivalidad entre yerberos, curanderos y médicos.

A su consultorio enclavado en La Habana llegaban pacientes del toda la Isla. Eran personas que ya habían intentado de todo para aliviar sus males y al no tener éxito se ponían en manos del chino. Se cuenta, que no fueron pocos a los que Cham Bom Biam les devolvió la salud y la alegría de vivir.

El amor tocó a la puerta del médico chino cuando se enamoró de una joven de noble casa. Al parecer, la muchacha se encontraba muy mal de salud y el chino, luego de unos días de tratamiento, logró curarla completamente.

Cuando Cham Bom Biam quiso formalizar la relación, la acaudalada familia le puso un freno por su origen asiático, y para que no intentara más nada, mandaron a la joven a Nueva York a casa de una tía.

Hasta allá se mandó el chino en busca de su amada y se casó con ella. Posteriormente, el médico chino de Cuba se estableció en el Chinatown, en San Francisco, y allí continuó curando milagrosamente a no pocos pacientes.