El Teatro Martí, ejemplo de lucha contra el tiempo y el abandono en Cuba

Redacción

El Teatro Martí, ejemplo de lucha contra el tiempo y el abandono en Cuba

El Teatro Martí abrió sus puertas al público en el siglo XIX, con el nombre de quien fue su primer dueño, el español Ricardo Irijoa, cuenta a Efe la especialista principal del teatro, Isachi Durruthy. Este se encuentra ubicado en la calle Dragones, en La Habana Vieja, a pocas cuadras del Capitolio.

Es una contrucción de estilo Neoclásico, de tres niveles, con una capacidad para más de 2500 personas. Su historia abarca desde funciones culturales, de circo hasta debates politicos. Pues en este espacio sesionó la Asamblea Constituyente en 1901. La Oficina del Historiador de la Habana publicó algunos ensayos históricos que apuntan que el teatro fue un centro importante de acontecimientos políticos.

Muchos han sido los artistas cubanos y de todo el mundo los que han llenado de esplendor este emblemático teatro. Que desde 1884 está luchando contra el paso de los años, el abandono y la pandemia, para seguir siendo una forma de entretenimiento en las noches habaneras.

Fue rebautizado como Teatro Martí en honor a nuestro Héroe Nacional José Martí, y el sitio se convirtió en un referente de las noches habaneras con una amplia cartelera que incluía a Rita Montaner y personajes del teatro bufo cubano como el gallego, el negrito y la mulata.
Además que sentó las bases para la consolidación del arte lírico cubano al ofrecer, en 1931, una temporada de teatro vernáculo con directores de orquesta como Gonzalo Roig y Rodrigo Prats.

La especialista explica que durante los «años de oro» del Teatro Martí se estrenaron obras representativas de la escena cubana como «Rosa la China», de Ernesto Lecuona; «Soledad», «Amalia Batista» y «María Belén Chacó», de Rodrigo Prats, y «Cecilia Valdés», de Gonzalo Roig.

En 1955, acogió la Asamblea Ortodoxa que reunió a los jóvenes que leyeron el primer manifiesto del Movimiento 26 de Julio, enviado desde el exilio por Fidel Castro, quien lideró años después la revolución y gobernó el país durante casi medio siglo.

El Teatro Martí fue intervenido para restaurar en 1959, al triunfar la revolución, y el 1965 cerró un tiempo por reparaciones. Esto no fue suficiente pues la falta de atención, la humedad, la erosión y el deterioro, hizo que cerrara sus puertas definitivamente en 1974, cuando formaba parte de la Dirección Provincial de Cultura de La Habana, explica Durruthy.

Permaneció cerrado durante casi 40 años, hasta que el historiador de La Habana Eusebio Leal (1942-2020), la arquitecta Nancy González y un grupo de restauradores se dispusieron a la compleja tarea de restaurar el «hueco a cielo abierto» en el que se había transformado el Martí, según expresó el propio Leal.

A finales de los años 80 la Oficina del Historiador de La Habana comenzó las investigaciones para reunir la información necesaria para comenzar con la restauración del edificio en medio de una crisis económica.

El 24 de febrero de 2014 se logró terminar la tarea, impulsada sobre todo por el empeño de Leal, quien siempre defendió el «peso histórico y cultural» del inmueble, comenta Durruthy.

El mayor reto tras su reapertura fue ofrecer una programación selectiva, combinando la historia en sí del escenario con las nuevas corrientes artísticas sin dejar que perdiera el sello que lo caracterizaba. Fueron retomadas y renovadas en la cartelera los clásicos del Teatro Lírico Nacional como Cecilia Valdés, María la O, las antologías de zarzuela cubana, los conciertos líricos y las temporadas de teatro musical, además ser sede de prestigiosos festivales de música de concierto como el «Les Voix Humaines» del compositor cubano Leo Brouwer.

A seis años de su reapertura completamente restaurado, el Martí enfrenta nuevas dificultades, la pandemia de la covid-19, obligándolo a cerrar sus puertas nuevamente.

“La pandemia fue un golpe fuerte para los que trabajamos en el teatro y tenemos un ritmo de vida en función de todo lo que acontece en ese escenario”, comenta la historiadora. “No sabíamos si el teatro sería capaz de sobrevivir otro cierre y mucho menos una pandemia que nadie conocía qué tiempo tomaría”.