Jardines de la Polar, una maravilla tirada al abandono en La Habana

Redacción

Jardines de la Polar, una maravilla tirada al abandono en La Habana

Los Jardines de La Polar fue un hermoso parque que existió en La Habana y del que actualmente tan solo quedan sus ruinas y el recuerdo de aquellos tiempos de belleza y esplendor que se vivieron en Cuba.

Estos jardines surgen después de los de La Tropical, aunque se encuentran ubicados en la misma zona, Puentes Grandes, en el municipio Marianao, en las inmediaciones del Río Almendares.

Los Jardines de La Polar estaban vinculados a la Compañía Cervecera Internacional SA, la cual se dedicaba a la fabricación de hielo, malta Trimalta y cerveza Polar. Aquella empresa contaba con más de 500 empleados, los cuales tenían el privilegio de trabajar para la segunda más importante fábrica de cerveza de la Isla.

La Cerveza Polar surge en 1911, aunque oficialmente la marca no se registra hasta mediados de 1916. Su fundador fue Jesús Rodríguez Bautista y, ya para el año 1958, el capital de la compañía superaba los 3 millones de pesos.

Ruinas de La Polar

Durante los años cincuenta en Cuba existían cinco fábricas de cerveza que producían unos 30 millones de litros anuales. Los propietarios de aquellas cerveceras, no tardaron mucho en comprender que el acto de beber era una práctica social y dotaron a la ciudad de un espacio para que esto pudiera realizarse de una forma placentera y segura.

Según se dice, para su diseño se contó con selectos arquitectos catalanes (como mismo se hizo en los Jardines de La Tropical). Ambos parques, fueron cuidadosamente diseñados para fomentar el intercambio social en el centro de la ciudad.

A pesar de encontrarse justo en el centro de la ciudad, los visitantes descubrían una especie de remanso de paz al adentrarse en estos parques. La flora utilizada para reproducir paisajes naturales, se encontraba especialmente seleccionada respetando tanto la composición de conjunto como los distintos niveles visuales.

Ruinas de La Polar

Los Jardines de La Polar eran ampliamente conocidos por la belleza de sus salones de baile y las actividades sociales que en ellos se realizaban. Además, contaba con varias áreas cuidadosamente diferenciadas.

Entre los principales ganchos se encontraba su atractiva programación cultural, la cual incluía espectáculos a cargo de las mejores orquestas cubanas.

Sus salones de baile se llamaban Trimalta, Criollo, Romano y Las Pérgolas. En ellos se celebraban cumpleaños, fiestas de quinceañeras, conciertos con orquestas famosas y otras muchas actividades.

Hace unos 10 años que los Jardines de La Polar fueron cerrados en su totalidad al público por el inminente peligro de derrumbe que amenazaba el sitio, el cual había sido abandonado a su suerte desde mucho tiempo atrás.

Banquete en los Jardines de La Polar

En varias ocasiones el gobierno de La Habana ha proyectado rehabilitar los Jardines de La Polar, pero al esto suponer un gasto millonario, no ha surgido un proyecto que garantice que una inversión de este calibre pueda ser recuperada.

La restauración de los Jardines de la Polar no solo comprende el salvar las edificaciones que allí se encuentran enclavadas, sino también sanear el entorno natural y las comunidades aledañas. Además, allí se han instalado no pocas familias de manera ilegal que  lo más seguro es que su reubicación no sea una prioridad para el Gobierno actualmente.

La única zona que recibió una inversión, y de eso hace más de 3 años, fue el famoso Estadio de La Polar, en el que habaneros de todos los municipios y especialmente los muchachos de Puentes Grandes, jugaban al fútbol desde la década de 1920.

En los Jardines de La Polar se presentaban las mejores orquestas cubanas

Cuando triunfa la Revolución cubana en 1959, los propietarios de La Polar se trasladan a Venezuela, donde continúan con la comercialización de la marca.

En la actualidad el panorama de los Jardines de La Polar y sus áreas aledañas deja mucho que desear. El Río Almendares atestado de basura, edificios en ruinas y destrucción por doquier, son solo una muestra del abandono que sufre el sitio, del que solo queda el recuerdo de sus años dorados, cuando fue todo un símbolo de belleza y glamour.