Jorge Luis Valdés, el cubano que llegó a controlar el 95% de la droga que ingresaba EE.UU.

Redacción

Jorge Luis Valdés, el cubano que llegó a controlar el 95% de la droga que ingresaba EE.UU.

Jorge Luis Valdés, con sólo 20 años llegó a controlar el 95% de la droga que ingresaba EE.UU. A Valdés le encantaría que el mundo se acuerde de él por su hoy, por su cambio. O por sus inicios, pero no. Donde sea que vaya, salta implacable: «El narco».

Ex narco, en realidad. Tuvo a su cargo el ingreso de 95% de la cocaína a los Estados Unidos. Dibujó rutas para aviones y barcos, lavó dinero, abrió cuentas infinitas donde esconder los millones que brotaban de la droga; llegó a tener mansiones, aviones, yates, Corvettes, caballos. Compró jueces. Sobornó presidentes, en Costa Rica, Panamá, Colombia, Honduras, Guatemala… Fue el cerebro financiero de una organización que la DEA no tardaría en bautizar como Cartel de Medellín.

Pablo Escobar fue por mucho más conocido que Valdés en el mundo de la droga, aunque llegaron a conocerse y midieron sus distancias. Escobar en una ocasión llegó incluso a mandarlo a matar.

“El sicario me alertó por respeto y yo encaré a Pablo”, confesó Valdés durante una entrevista concedida hace algún tiempo.

Nunca más volvieron a cruzarse. La muerte o la captura de todos los sindicados como integrantes y, particularmente el asesinato de Escobar en 1993, marcó el fin del cartel.

El único sobreviviente es él, ya que a mitad de camino decidió dar un giro a su vida y alejarse de ese mundo.

Según asegura Valdés, perseguir el narcotráfico al estilo Reagan en Estados Unidos o Calderón en México no arroja buenos resultados, ya que cuando matan a uno salen 20 a ocupar su lugar. No obstante, si se trabaja con la infancia y juventud, como apostó Nixon, eso ya es otra cosa.

Jorge Luis Valdés llegó a ser el responsable del 95% de la cocaína que ingresaba a EEUU

La vida de Valdés no resulta curiosa solamente por ser la de un narco que vive para contarla, sino que atrapa por haber estado dos veces en la cima (una ilegal y la otra legal).

“Cada vez que me miraba al espejo lo que tenía era ganas de morirme”, dice de sus tiempos de capo narco.

Su infancia transcurrió de manera feliz en La Habana junto a su familia, la cual era culta, religiosa y gozaba de buena posición. Luego, se exilió a Estados Unidos a sus 10 años.

A los 20 años ya trabajaba como contador en unos almacenes colombianos en los que apenas se invertían 800 dólares anualmente, pero generaban más de 100.000 mil cada mes.

“Somos narcotraficantes”, le dijeron. Y el joven estudioso y soñador acomodó de inmediato sus buenos principios a la nueva posición: “después de todo, solamente llevaré sus números”.

Con 23 años ya se había convertido en el jefe de los narcos y contaba con numerosos traficantes bajo su mundo, llegando a capitanear el ingreso de la cocaína a Norteamérica.

Jorge Luis Valdés dejó Cuba con diez años

“Vendíamos sobre todo a Hollywood, empresarios, políticos; la droga era cara, no para pobres y nunca a niños”, rememora.

Posteriormente estuvo preso en Panamá durante cinco años, pero desde la cárcel se mantuvo operando con todo un ejército de voluntades compradas.

Al salir, en Medellín pisaba duro Pablo Escobar. Niños sicarios, torturas, descuartizamientos, narcos y policías muertos a diario. No era del grupo del cubano, pero si se cruzaban frecuentemente. De sus 4 socios iniciales, solo uno quedaba vivo. Los ajustes de cuentas se pagaban con vida, propia y de todos los familiares.

Con pistola y ametralladora bajo la almohada, tres millones de dólares al mes de ganancia propia, fiestas, Lamborghinis, Ferraris, Rolls Royce, mujeres y hastío.

Finalmente decide que es hora de retirarse de todo aquello, suelta todas las operaciones (aunque no los millones) y corta en seco. No obstante, la policía lo atrapa nuevamente y lo envía a prisión.

Sus años en reclusión le hicieron reflexionar y estudio Teología. Al salir ya tenía 40 años, se doctoró, comenzó a impartir clases y se casó con Sujey.

Una vez más sin empleo, comenzó una empresa de limpieza, la cual en poco tiempo llegó a ser muy popular. Volvió a tener caballos, yates y aviones.

Actualmente vive dedicado por completo a su familia y a las obras de resarcimiento creadas: una fundación contra la droga, donaron durante mucho tiempo becas de estudio, fundaron una capilla en una cárcel de Louisiana y una casa para ancianos en México.

Durante su etapa como académico se desempeñó como asesor del Pentágono de y de congresistas. Además, imparte conferencias y dona las ganancias obtenidas a obras de prevención de la drogadependencia.